lunes

NAJERILLA



Tan complicados aprendizajes son los de ganar como los de perder. Ganar suele ser poco frecuente, perder suele ser la norma de vivir, pero es muy difícil armar con palabras todo esto para que lo entienda el hijo pescador. Lo aprenderá con el tiempo, él solo, con sus pequeños triunfos y sus repetidos fracasos en aventuras, suertes, trabajos, amores y ríos.

Aún así, al pescador le duelen más los fracasos del hijo que los suyos y se alegra mucho más de los éxitos de él que de lo propios. En la vida, en el agua.

Ayer, de vuelta a la ciudad, estaba contento con su caña nueva montada por Najerilla, por el viaje juntos y por haber estado un rato tocando el mar Cantábrico y la arena de la playa de los Locos, de una de las mejores playas para el surf del norte.

Aprende el pescador de todo lo que al hijo le apasiona, el surf, la nieve, cocinar, pescar, un libro nuevo, viajar…  y mira con sus ojos todo esto de ganar o de perder, del éxito fútil, de los fracasos por venir. Sin ser masoquista, le dice, le cuenta, le explica, que él ha aprendido a saborear con placer también esos fracasos y derrotas. Quizá porque en el río, buscando o peleando con las truchas, todo eso de fracasar o triunfar es siempre relativo.

Luego, ya muy tarde, en la soledad de la noche, lejos de él y de sus sueños, el pescador ha montado la caña de Najerilla, le ha puesto carrete y línea y ha sopesado su equilibrio. En unos meses la empuñará el hijo pescador y con ella fracasará y triunfará, vivirá días de bolo y días de tocar algunos o muchos peces.
Los objetos no tienen alma pero a veces si la tienen. Le metemos la nuestra y otros la sienten cuando los tocan. Yo, que no creo en nada, dejo parte de mi alma de pescador en todas estas cañas con las que pescará él. Deseo que con ellas triunfe y fracase muchas veces y que todas esas veces sea feliz el hijo pescador.



4 comentarios:

  1. Me uno a ti y le deseo numerosos triunfos pero también fracasos, pues de estos últimos se pueden sacar más lecturas edificantes que de los primeros y por tanto ayudan más a crecer, a aprender.

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    1. Gracias Jorge. Yo siempre he aprendido más de los peces no tocados que de los vencidos.

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  2. Espero que tu hijo disfrute de la caña tanto como yo lo hago en esta caverna oscura.

    Un saludo.

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    1. Gracias A.
      Seguro que Guillermo disfrutará mucho de la caña. El próximo verano en Laponia le llevaré a los mejores lugares para que toque muchas truchas grandes. Sólo los paraísos son "venenosos".

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