Dicen que lo
último que se olvida es la música y los sabores que amamos. Esos cajones del
cerebro son muy profundos y están muy protegidos de las inclemencias del tiempo, del Alzheimer, de la muerte.
Y de entre toda esa música que guardo y que vuelvo a escuchar cuando quiero gracias
al tío Spoti, muchas veces me vuelve el ruido del agua.
Algunos ríos
en los que pesco son torrentes de montaña, gargantas llenas de rápidos y cada
corriente, cada tabla o poza suenan muy distintas. Esa música, después de estar
escuchándola muchas horas se nos mete muy dentro y luego, ya de noche, en la
cama, la seguimos oyendo y nos acuna el sueño. Pero claro, esas canciones no
las tiene el tío Spoti. Sin embargo puedo recordar ahora muchos de esos rumores
distintos de memoria.
Mis ríos
suenan muy bien sobre todo en marzo y en abril, potentes, alborotados,
peligrosos, puro rock & roll. Luego en mayo y junio ya suenan más folk y en
julio se han convertido en new age.
No hay nada
como atreverse a vadear esos primeros meses de la temporada buscando los pasos
de siempre, sin arriesgar mucho o sí. Es un placer estar allí, en medio de la corriente, en
precario equilibrio, atronado por el agua, embriagado por su euforia salvaje, confiando en que las piernas, sabias, nos lleven por el buen camino que
recuerdan. Cuando sale uno del peligro, ya casi en la otra orilla, sientes la
adrenalina borrando del cuerpo cualquier cansancio.
A veces, egoísta
e impaciente, en medio del rápido, lanzo la caña aguas arriba sin poder
aguantarme, debe ser que tengo mucho vicio. Y a veces, por fortuna no
demasiadas, pica una trucha y entonces me convierto en equilibrista, buscando
entre las piedras huecos seguros para las botas, ajustando el seguro del
carrete e intentando controlar la sacadera antes de que la trucha se descuelgue
río abajo y tenga que utilizar los brazos para otra cosa, digamos que nadar, en agua helada. No sería la primera.
Y a veces vadeando esas gargantas fuertes
con mi hijo el pescador, abrazados para estar más seguros, nos da la risa en
medio de la fuerte corriente. Esas risas también están guardadas en el cajón de las
músicas que no están en Spoti, a salvo de todo.
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