Bajo la lluvia
la superficie del agua se vuelve espesa y opaca, pero siempre me ha gustado
mucho pescar así. Nada te funde más con la tierra que esos momentos en los que
arrecia el chaparrón y uno está metido hasta la cintura en el río y te
ensordecen los goterones golpeando el impermeable y el sombrero.
Hoy sólo. A
solas. Abrigado por esta lluvia fría y marceña que ha cambiado tan deprisa el
paisaje. Creo que sólo Gene Kelly y los pescadores “cantamos bajo la lluvia”, al resto del mundo le fastidia.
He echado un
buen pulso con un pez invisible con la cañita de ocho pies línea tres. Sólo
veía el hilo cortando la superficie, haciendo eses, paradas, quiebros. Imagino
que por ahí debajo una trucha regular se estaba cabreando. Luego se ha soltado.
Ha entrado a una ninfa gorda, blanquecina, brincada con hilito plateado, con el
saquito de las alas tornasolado, el cabezón también de plata y las patillas verdosas
hechas de pelos de pata de liebre ártica. Parece una ninfa resultona y bien
alimentada. Por encima llevaba el velero de pelo de ciervo que sólo flotaba a ratos pero
me ayudaba a saber por donde andaba mi trampa.
Bajo la lluvia
la vida se ve diferente, siempre más optimista. En la chorrera siguiente toco otra trucha bonita. Luego sale el sol y voy pisando
la senda y el aire limpio, espléndido, recién lavado.
Bajo la lluvia, la pesca se vive de otra manera, aunque en exceso se hace molesta jejeje.
ResponderEliminarEso sí, el efecto sobre los peces es algo que se conoce desde hace tiempo.
Saludos
Cuando la lluvia nos acompaña en nuestra jornada de pesca provoca un efecto curioso: es quizá cuando más estruendo invade el río pero también cuando más reforzada se ve la sensación de soledad. Creo que ya lo escribiste otra vez, ese "tam-tam" de las gotas al golpear la vegetación, el suelo y el agua es como el de los tambores tribales y hace que entremos en trance con una concentración máxima. Un saludo y enhorabuena por la jornada
ResponderEliminarGracias Jorge. Es verdad que han sido dos días de lo que mi hermano llama "pesca extrema". La mañana del sábado fue un rompepiernas de malezas, zarzales, palos secos y caminata larga dentro del río. El domingo por la mañana me lo tomé con más tranquilidad y opté por pescar zonas más fáciles, clavé tres buenas y pude sacar sólo una de ellas. El domingo por la tarde volvimos a uno de los cotos sin muerte que nos gustan tanto. Fue bien pero las trucha estuvieron algo frías. Yo toqué 7 y mi hermano otras tantas. Salvo el sábado por la mañana, el resto del tiempo hemos tenido un buen sol y no tanto frío como auguraban.
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