Andamos los
pescadores soliviantados. Los unos constatando la herejía, la definitiva ruptura
entre los de la iglesia de la seca y
los de la secta de la ninfa. Los
otros enterrando los secretos tiseles iridescentes en las catacumbas
misteriosas de la alquimia de donde nacen los nuevos señuelos infalibles. La
contraseña es esta: gasolina. Sólo
entonces se abre la cueva de Alí Babá y contemplamos bajo la fantasmal lámpara
ultravioleta los seductores brillos del invento.
Tanto los de
la iglesia de la seca y sus falsos profetas, conversos o apologetas, como los que no están en el ajo iridiscente, echan pestes
de la poca inteligencia de las truchas por su empeño en devorar perdigones
tornasolados, fluorescentes, iridiscentes que en nada se parecen a su comida de
verdad. Tantos años montando miniaturas hiperrealistas para que ahora las
truchas nos traicionen, nos la peguen, prefieran esas ninfas marcianas, esas fast food en lugar del solomillo de pardón.
No entendemos
que los humanos somos parecidos aunque nuestro cerebro pese más y tengamos el
don de la palabra. Si no, ¿a cuento de qué preferimos ahora la cocina tecnoemocional a la tradicional?, ¿porqué
nos pirramos por un guiso de Adriá e intentamos imitar sus químicos guisotes en
lugar de seguir degustando el pollo en pepitoria de la abuela?, ¿se parecen en algo
las maravillosas deconstrucciones de Ferrán a la comida realista?, ¿cuál fue el plato estrella del último Madrid Fusión
2014?: ¡una ensalada de plancton fluorescente! Más o menos lo mismo que vuelve
locas a las truchas esta temporada en su versión ninfa gasolina. Así que menos puritanismo y menos escándalo porque
algo debemos tener en el cerebro parecido las truchas y nosotros...
Foto de Ángel León y su ensalada de plancton fluorescente. Madrid Fusión 2014. |
...El creador de
este plato tan fantástico es uno de los mejores cocineros del mundo y a la vez
uno de los más tradicionales, Angel León es un chef del mar que ha sabido crear
guisos riquísimos recolectando lo que la mar oceana nos regalaba y hasta ahora los adictos al pescado
despreciábamos: algas, plancton, pescados de segunda, mariscos marginales,
bichos varios… con todo eso hace unos guisos alucinantes, riquísimos,
originales, sin hacer desaparecer los sabores ancestrales que tenemos en nuestra propia memoria gustativa.
Algo parecido les debe ocurrir entonces a las truchas cuando contemplan en sus posturas como pasa una ninfa iridescente, de cabezón plateado y cerco eréctil... ¡ñam!
Nunca he sido
de iglesias ni de sectas, ni puritano, ni amigo de ningún fanatismo. Más bien
ateo, libertino, picaflor, curioso… Claro que tengo mis gustos y mis filias gastronómicas
y piscatorias, pero no hago de ellas ninguna bandera, salvo la de la pesca sin
muerte, pero eso es una forma de ética y estética no una superstición, ni una creencia.
Hoy pondré una gasolina, luego tal vez un pardón, mañana una buena ración de
callos y antes o después esa ensalada fluorescente de Angel León.
Perfecto Ramón, luego te escribo
ResponderEliminarEmilio
Ja mas que la "ninfa" mal llamada es el conjunto de brillos lo qie pesca simpre le a atraido los destellos a la trucha por lo que sea no imita a nada pero es un atractor hay degenera la pesca con el llamado perdigon con eso pesca un nene de 7 años comprobado por eso lo digo jeje
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