Mi hijo el pescador cree igual que un pez, año a año se vuelve fuerte y sabio. Le gusta nadar contracorriente y sumergirse en los más profundo de los ríos. Los ríos parecen aguardar con impaciencia las primeras lluvias del otoño para crecer también y limpiar de sus riberas las huellas humanas. Me gusta, cuando pesco, no dejar ni rastro de mi paso por la orilla, ni siquiera unas pisadas mojadas o una helecho roto. Nada del mundo es nuestro, ni los peces, ni el aire, ni la tierra. Me gusta mirar atrás, no sólo para evitar enganchar la mosca en las zarzas de la orilla sino para sentir que no rompo la belleza del torrente que me abriga.
lunes
SABIO
Mi hijo el pescador cree igual que un pez, año a año se vuelve fuerte y sabio. Le gusta nadar contracorriente y sumergirse en los más profundo de los ríos. Los ríos parecen aguardar con impaciencia las primeras lluvias del otoño para crecer también y limpiar de sus riberas las huellas humanas. Me gusta, cuando pesco, no dejar ni rastro de mi paso por la orilla, ni siquiera unas pisadas mojadas o una helecho roto. Nada del mundo es nuestro, ni los peces, ni el aire, ni la tierra. Me gusta mirar atrás, no sólo para evitar enganchar la mosca en las zarzas de la orilla sino para sentir que no rompo la belleza del torrente que me abriga.
martes
ECHAR EL ANZUELO
(Ilustración de Elia Fernández Mazariegos)
Echar el anzuelo, poner un señuelo, esperar a que piquen, dar pescado o enseñar a pescar...
Pescar se ha utilizado como metáfora de muchas cosas.
En el amor...pescar o ser pescado. Pero no como sinónimo de engaño sino de seducción. Nos gustó mucho la ilustración de Elia.
Truchita podría ser un apelativo cariñoso para alguien que amamos. Se lo decía el bronco Robert Capa a Gerda Taro.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)