miércoles

OTA PAVEL, de nuevo...


(...)“De repente una sombra oscura y ovoide pasó nadando por debajo de nosotros. Volvió. Una carpa. ¡Y qué carpa! Asomó su hocico redondo y tomó aire de la superficie. Después llegó otra. Parecían embriagadas, no les importaba lo más mínimo que estuviéramos allí, mirándolas. En cuestión de segundos, la superficie se llenó de carpas, y no dejaban de llegar más. En ese momento algo profundo y desconocido se apoderó de mi padre. Se arrodilló en el hielo, se arremangó y empezó a acariciar a las carpas en la cabeza y en el lomo y a arrullarlas”.

(...)“De modo que las anguilas serían como poemas de los más talentosos poetas checos. Habría en ellas mar, luna, río, muerte. Y sol, al cual odian. En su interior, la enjundia del fasto, sus banquetes en noches lúgubres. En su interior el hambre del ayuno y de un peregrinaje sin fin.”

(...)“El tío Prosek encabezaba la expedición con su sombrero de paja, después iba papá con su mata de pelo, luego Hugo, Jirka y yo. Llevábamos cañas largas: llegaban hasta las estrellas que habían aparecido en el firmamento. Con semejante vara quizá se podrían encender estrellas, igual que las lámparas de gas de la Ciudad Vieja.”

Ota Pavel. “Carpas para la Wehrmacht”. Sajalín Editores.

viernes

SOLO

Dibujo de:http://www.ojeailustraciones.es/es/
Nunca quisimos ser los reyes de Alejandría aunque tantas noches hablábamos de su fantástica biblioteca, antes o después de tocarnos, como quien vuelve a lo importante después de haber rozado lo más imprescindible. Ensaladas de berros, anchoas y vino. Aceitunas, pan tostado al fuego y queso de cabra. No éramos los reyes de Alejandría aunque nuestra alimentación de esos días fuera tan parecida a la de aquellos remotos navegantes Griegos. No leíamos pero hablábamos de los libros que nos habían deslumbrado. Tampoco nos movimos de la casa aunque evocamos remotas ciudades que a veces existían y a veces ya no estaban. Luego te fuiste durante una semana a cerrar obligaciones o trabajos y yo me quedé en la casa junto al río. Me levantaba tarde, bajaba al pueblo a comprar el pan, me hacía un bocadillo y salía al río sin obligación alguna de volver, sin otro horario que mis ganas. Si las horas de calor me pillaban lejos buscaba una sombra bajo una gran encina y me dejaba caer y cerraba los ojos sin preocuparme de los escarabajos o las hormigas. A veces me pegaba un baño antes de seguir pescando despacio, nunca vi a nadie más, igual que un rey de entonces, dueño de unos dominios que desbordaban el horizonte. Recuerdo un gran barbo dorado que picó en una corriente poco profunda, me rompió el sedal y siguió nadando a toda velocidad por medio palmo de agua, derrochando energía, burlándose de mi impericia. Solté una carcajada. Me reí de mi mismo, me quité la gorra e hice una reverencia como se hacía en el XVIII a los reyes arrogantes. Si alguien me hubiera visto...

¿Qué has hecho todos estos días tan solo? Me preguntarse a tu vuelta, mientras entrábamos en las sombras. Y yo te respondí. Ejercer de monarca consorte y esperarte.

martes

BUG


Cuando volvemos a los viejos materiales y a los antiguos montajes descubrimos el gran ingenio de sus inventores, la buena lógica que motivaba esa innovación y la economía de medios en otros tiempos menos globales y consumistas. Los bug de alambre y lana peluda los inventó un pescador que no tenía otra cosa para liar al anzuelo que la lana que utilizaba alguien en casa para tejer un jersey. Solo hay que ver la viejas fotos de Frank Sawyer. 

No sigo mucho las modas, tanto me da una mosca inventada hace cien años que una de antes de ayer. Igual me pasa con las ninfas. Cualquier pescador ha comprobado que un perdigón pesca más que un viejo bug pero a veces atar un killer bug tiene su gracia y además no pesca menos. Sobre todo me pasa con los barbos o con las truchas grandes. Un bug funciona muy bien cuando no acaban de subir a comer en superficie o han visto ya demasiado perdigones fulgurantes con bufandas naranjas o tornasoladas. Un pequeño bug que se hunde despacio y que luego se arrastra un poco entre la grava del fondo provoca la picada del empecinado barbo ante el que hemos paseado antes todo tipo de ninfas marcianas. Frank Sawyer tal vez robase un poco de lana a su mujer pero sabía muy bien que los “killer bug” eran muy efectivos para engañar a los peces más grandes.

A mi hijo el pescador, cuando era más niño, se le daba muy bien montar bug porque no tenían mucha dificultad y luego era fácil comprobar lo efectivos que eran. Yo aún los monto a veces y los ato cuando todo falla. Además permiten un truco de pesca que no voy a contar aquí ¿Qué pescador no tiene secretos?...


lunes

BERTA

El 20 de abril del 2015 Berta Cáceres recibió en San Francisco, California, el Premio Ambiental Goldman. Aquí su discurso:
"En nuestras cosmovisiones somos seres surgidos de la tierra, el agua y el maíz. De los ríos somos custodios ancestrales, el pueblo Lenca, resguardados además por los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos es dar la vida para el bien de la humanidad y de este planeta.
El COPINH, caminando con otros pueblos por su emancipación, ratifica el compromiso de seguir defendiendo el agua, los ríos y nuestros bienes comunes y de la naturaleza, así como nuestros derechos como pueblos.
¡Despertemos¡ ¡Despertemos Humanidad¡ Ya no hay tiempo.
Nuestras conciencias serán sacudidas por el hecho de solo estar contemplando la autodestrucción basada en la depredación capitalista, racista y patriarcal. El Río Gualcarque nos ha llamado, así como los demás que están seriamente amenazados. Debemos acudir. 
La Madre Tierra militarizada, cercada, envenenada, donde se violan sistemáticamente los derechos elementales, nos exige actuar.
Construyamos entonces sociedades capaces de coexistir de manera justa, digna y por la vida. 
Juntémonos y sigamos con esperanza defendiendo y cuidando la sangre de la tierra y los espíritus. Dedico este premio a todas las rebeldías, a mi madre, al Pueblo Lenca, a Río Blanco y a las y los mártires por la defensa de los bienes naturales. Muchas Gracias."

jueves

PACIENCIA II

Dibujo de Vladimir Golub
Mi hijo el pescador, con 16, no tiene paciencia para nada. ¿quién la tuvo a esa edad?

Para los “no pescadores” la principal virtud del “pescador” es la paciencia. Tal vez lo sea, pero no como imaginan. Hay que tener paciencia para aguardar días y días en la ciudad, metido en las rutinas y las superviviencias, hasta poder rescatar un día para ir al río. Hay que tener mucha paciencia para que tantas horas y horas derrochadas en trabajos y aplazamientos necesarios no nos agoten ni desesperen. Hay que tener mucha, mucha paciencia para explicar a un “no pescador” que la paciencia, precisamente, junto al agua, no es una de las virtudes que nos adornan.

La paciencia es esa humillación civilizada de aguantar teniendo la certeza de que la vida es una chispa. Esa disciplina que nos ata a tantas actividades sedentarias cuando en la sangre bulle el nómada que fuimos.