El pescador se ha ido ese domingo muy lejos. Ha bajado a la desembocadura de un río pequeño dónde ha sido feliz muchas veces. Todos volvemos siempre a esos ríos, ciudades, abrazos o páginas en los que descubrimos eso que nunca habíamos necesitado para vivir y sin embargo hizo la vida tan dichosa cuando apareció a veces, por un rato, breve como la chispa de un pez saltando sobre el agua. El pescador siente que el aire tan frío le toca como le toca el sol y también el lugar, el bosque dormido, la escarcha de la orilla. Este año no sabe qué decir o qué escribir por qué a pesar de todo se siente afortunado, porque a pesar de todo, tantas veces, siempre, se ha sentido afortunado aúnque muchos de los días de este año han sido tan inhóspitos.
Siempre escribió su propio christmas. Siempre ha pensado que desear felicidad a quienes nos sentimos unidos es algo demasiado importante como para dejarlo a las frases hechas, las estampitas nevadas con estrella, los mensajes ya impresos, el papel satinado. Pero, en estos tiempos tan duros y tramposos, después de tantos años y tanto desencanto, metidos en está época funebrista y sórdida, con tanto ser siniestro gobernándonos… ¿Desear felicidad?, ¿participar del potlach navideño?, ¿aspirar como “Manu” a que un poco de azar nos quite de encima la angustia del dinero?, ¿aludir a la esperanza y al futuro?, ¿propiciar que se incremente el consumo?, ¿guisar viandas suntuosas por encima de nuestras posibilidades?
El pescador baja hasta donde el río desemboca. Allí los grandes peces siempre acechan, así que lanza con cuidado su señuelo. Sigue manteniendo la misma emoción, nervios, esperanza, las ganas que cuando tenía quince y veinte y treinta y cuarenta años, ante el río. Sin embargo hoy no pescó nada. Ningún gran pez peleó contra su caña. Camina de vuelta, rio arriba, cansado y en paz. Al llegar a casa, antes de quitarse sus ropas de pescador y guardar la caña en el armario del rincón, se pone a escribir este papel virtual a quienes le han acompañado en el azar permanente de este tiempo. Piensa que debería ser breve, conciso, claro:
Que la vida o el azar o el misterio te siga regalando tiempo, salud para que el cuerpo siga siendo un aliado en la aventura de vivir, amigos y amor con los que compartir tanto lo que te duele como lo que te da placer; riqueza suficiente para tener techo, abrigo, alimentos y seguridad; sueños y pasiones para que el tiempo no sea una estepa monótona sino una bosque lleno de quebradas y de arroyos…
Salud y Dicha para este 2015 por venir.