miércoles

LECTURAS I



Ilustración de Leonora Carrington
Igual que los buscadores de oro de las tierras remotas en el siglo XIX, rebuscamos en planos y fotografías por satélite riachuelos, riberas, tablas o lagunas ignotas que explorar con la caña y la paciencia. Luego, más o menos, guardamos el secreto si el lugar descubierto es sitio de fortuna, belleza y abundancia de peces.

En los que más he disfrutado durante muchos años había que ir en barca o con piragua, tras remar mucho rato. Era imposible pescar desde la orilla porque estaban llenas de malezas y cortados. Allí vi con frecuencia cigüeñas negras que año tras año hacían, a menos de un metro del agua, sobre un roquedo,  su nido, sacando siempre una abundante pollada. Más de dos veces contemplé un lince cazando no muy lejos de la orilla. O un gran duque que salía siempre de un saliente en un paredón de piedra. Era un lugar mágico que sigue a salvo de todo no sé por cuanto tiempo.

Pescábamos allí en silencio por no molestar a estos y a otros habitantes del río o también sobrecogidos por estar allí disfrutando de la vida, en aquel lugar tan recóndito y salvaje aunque no distase a más de treinta kilómetros de una ciudad. Ahora sólo se puede navegar por allí en otoño e invierno pero sigue mereciendo la pena el viaje. A mi hijo el pescador le gusta mucho. Hay grandes barbos y carpas, mucho bass, algunos lucios, agua limpia y cientos de rincones solitarios y distintos.

Pescar también tiene mucho de exploración y aventura, de descubrimiento y búsqueda de paraísos y si uno va encima de una piragua el sabor es más intenso. Tal vez esté uno envenenado por las lecturas infantiles de Vardis Fisher, James Oliver Curwood, Jack London o James Fenimore Cooper. Quién sabe. Navegar por un río desde el que apenas se ve el rastro de la civilización que somos, pescar desde el agua, sentirse flotar, es ser pescador de otra forma.

La editorial Valdemar a publicado hace poco “El Trampero” de Vardis Fisher y Ediciones Barataria “El rey oso” de J. O. Curwood. Son dos buenas lecturas de verano. De ambos libros se hicieron también buenas películas. Del primero “Las aventuras de Jeremias Johnson” de Sidney Pollack, del segundo “El Oso” de J. J. Annaud. 

En ellos anda navegando estos días mi hijo el pescador.




6 comentarios:

  1. ¿Y qué me dices de Dersu Uzala, magnífica novela y preciosa película?

    Emilio

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    1. No lo olvido, sólo que ambos libros han sido reeditados hace poco por editoriales aventureras y exquisitas. Y merecen la pena.

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  2. No los he leído, ni vi las películas. Pero si transmiten la emoción de buscar lugares recónditos encima de una piragua, aunque sólo sea un ápice, desde luego que intentaré hacerme con ellos y leerlos. Un saludo

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    1. Merece la pena en especial el de Vardis Fisher. Para mí fue todo un descubrimiento.

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  3. Los paraísos cercanos son los secretos mejor guardados. Pocos sobreviven a la infancia, pero los que nos quedan se siguen disfrutando como el mejor rincón de nuestra casa.
    Por cierto "Las aventuras de Jeremiah Johnson" de Sydney Pollack, rodada en Utah en los 70 con un Robert Redford inmenso...imprescindible!!
    Gracias por la entrada (también imprescindible).
    Un saludo.

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