lunes

CUERDA

Foto de: http://jazzandflyfishing.com/


El hijo pescador está aprendiendo a tocar la guitarra y en los viajes la música que escuchamos corre de su parte. Van sonando músicos de ahora ahora pero también Eagles, Capton, Costello, Emmylou, Young, Waits, Loquillo, Zappa, Purple, Reed, Rodrigues, Doors, Pink…  Asombra que sin ningún condicionante o influencia el chico vaya descubriendo tantos músicos y músicas que acompañaron muchos años antes al pescador en el seína. Le intriga que en la inmensidad del mar de música posible y disponible con un clic, el hijo pescador acabe en esos mismos ríos y que él los presente asombrado, deslumbrado, como novedad valiosa, pedrería fina, oro pulido entre tanta morralla y tanta escoria moderna.

Le gusta verle tocar y afinar antes las cuerdas. Su disciplina y tesón por aprender los acordes, su pasión cuando musita con timidez algunas letras que muchos años antes, antes de que él naciera, el pescador ya cantaba a voz en grito de madrugada, camino de sus ríos.

Pescar también tiene algo de tocar una guitarra, aunque la cuerda sólo sea una y su afinado silencioso y algo más complicado. Los dedos pulsan la seda con cuidado, escuchan el sonido del fondo, la vibración de lejos, el eco de una música que el pez también afina o tensa. Compartimos juntos esas canciones, él las canta a gritos y yo apenas las musito, no por vergüenza, claro, sino porque el hijo pescador está en el torrente rock & roll y yo más en el río soul.

El agua que tocamos también es una gran banda de música, que ataca una tras otra todo su repertorio sin esperar aplausos ni grandes ovaciones. Suele hacer muchos bises y nunca desafina. El público es escaso, pero fiel, entregado, proclive a fanatismos y a encendidas defensas de sus letras y riffs.

El agua es un maravilloso instrumento musical, una guitarra grande a ratos eléctrica y chirriante, a veces acústica y suave. Vamos bailando los dos de piedra en piedra, rasgueando las cuerdas de seda que vibran por las truchas o los barbos. El sonido del agua no se ajusta a ninguna partitura pero su melodía es muy pegadiza, se mete dentro como una buena canción de los setenta y luego anda uno mucho tiempo con ella entre los dientes, tarareándola de vuelta a la ciudad. 

2 comentarios:

  1. Es curioso eso que cuentas, Ramón. Me ha ocurrido también con mi hijo mayor, cómo se ha ido deslumbrando con nuestras antiguas músicas, casi sin empujarle. Los viajes al río son una buena oportunidad de irlas compartiendo. En línea con eso que tocas, ¿no te ha ocurrido que asocias determinados viajes a determinados ríos o cotos con las músicas que escuchaste o descubriste en ese viaje, ese nuevo CD, ese álbum que hacía tiempo que no oías? Yo asocio uno de The Corrs al coto de Barbellido, uno de los Cramberries a un día de pesca en el Duerna (León), etc. ¿Y qué me dices de ese día que estás enchufado al río y vas pescando con dedicación, ensimismado, y con un tema en la cabeza que no paras de cantar e incluso de cantar a media voz (si alguien nos viera diría: "Están locos estos mosqueros"?. Curiosa convivencia entre la pesca y la música.

    Emilio

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    1. Igual me pasa. Lo de enganchar una canción y no soltarla en todo el día de pesca me pasa mucho y no entiendo el mecanismo mental que lo desencadena.

      En los viajes Guillermo viene con su móvil lleno de nuevas canciones y cuando le "engancha" al coche no puedo dejar de sonreír cuando le digo que esa canción que acaba de descubrir (o ese grupo) ya la escuchaba yo hace una década o dos o tres. Él me mira incrédulo.

      No sé si conoces a estos tipos de Jazz&Fly Fishing. Su música es "normalita" pero sus vídeos musical-mosqueros son bien buenos.

      Salud para este 2014. (también para los ríos)

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