lunes

TIEMPO

Josh Udesen

Sólo el río sabe dónde se esconde el corazón más duro de la montaña, el granito macizo que se coció en las profundidades remotas de la tierra. Sólo el río va ablandando luego la roca más abajo y llenando de liquen, musgo, hierbas y luego arbustos y bosque la ladera. Nos parece suave el agua, delicada, de seda, pero es la única sustancia que puede cortarlo y romperlo todo, amasar el mundo, construir la vida.

Mira el pescador hacia la nieve que ha caído en Gredos estos días y sabe que ha empapado hasta el fondo ese corazón rocoso de la sierra. Luego, durante meses, irán destilando savia o sangre o agua esas montañas. Quienes paran su curso, ensucian su transparencia, construyen muros para atesorarla y la dosifican para venderla están malditos. Han olvidado que fuera del río no hay misterio, ni civilización, ni alegría. Nada más triste y opaco que un río de aguas rápidas convertido en Estigia, pantano o charco grande.

En miles de años de civilización y de palabras no hemos encontrado una metáfora tan buena para explicar la propia vida con su final al fondo, junto al mar. Y luego a nuestro Manrique le han cogido cariño los biólogos explicando al abrigo de sus versos el precioso ciclo del agua. Su regreso del mar en forma de nubes inmensas, lluvia, nieve y vuelta a comenzar, de nuevo río abajo y nosotros dentro.

No podría vivir en un lugar llano, sin ríos y sin árboles. Las montañas, los robles, todos estos torrentes me protegen del tiempo. Envejecen mi piel y mis huesos, pero no mi mirada, ni mis ganas de pescar.

Pero el hijo pescador no piensa aún en todo eso. Sus pies encuentran sin pensar el equilibrio y sin pensar todos sus músculos se mueven coordinados para poder lanzar sin mucho esfuerzo una pequeña mosca hacia un rincón lejano de la corriente. Fuera del río el tiempo fluye, dentro de él el tiempo está parado, el pescador lo domina, lo adelanta o retrasa a voluntad según la dirección de su camino. El agua va hacia abajo inexorable pero el pescador está quieto en un punto del espacio-tiempo, suspendido o flotando o de pie en una roca que hunde sus cimientos muy abajo, donde el tictac del tiempo se mide sólo en millones de años. Tal vez han pasado unos segundos desde que la trucha mordió el señuelo hasta que yace en sus manos agotada o tal vez han pasado muchos años y en este breve parpadeo, deslumbrado por el sol, ha pasado la mitad mi vida.

Josh Udesen




4 comentarios:

  1. Me ha encantado esta entrada. Como buen geólogo el tiempo es una magnitud de la máxima importancia para mí. Una vida humana es un leve suspiro comparada con el transcurrir de los eones modeando una y otra vez la faz de la Tierra. Eso sí, como pescador te diré que toda la historia del mundo cabe en ese lapso que media entre el momento en que el pez se mueve hacia nuestra mosca y ese en el que por fin la vemos desaparecer dentro de su boca.
    Coincido contigo en que sobre aquellos que intentan deterner el curso de las aguas, auténticas medidoras del tiempo, pesa una maldición. O así debería ser.
    Un saludo

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    1. Así lo Creo. Me maravilla pensar y poder pensar en eones, a pesar de que sólo vivamos, en el mejor de los casos, 80 años.

      Gracias Jorge.

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  2. A mi también me ha entusiasmado. Me ha recordado la magnitud de tiempo geológico, donde las personas estamos acostumbradas a medir todo en años, meses, horas, siglos... Una persona de 95 años es muy vieja, y un hecho sucedido hace 1000 años es antiguo... Pero en realidad en un lugar que data de 4600 millones de años lo ocurrido hace 100 millones es reciente y lo acontecido en los tres últimos siglos meramente insignificante. Aún así somos capaces de relativizar el tiempo, viviendo instantes tan intensos que no serian fáciles de ubicar en varias edades geológicas.

    Un Saludo.

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    1. Tomar conciencia del tiempo geológico que nos antecedió, nos abisma y también relativiza mucho nuestra importancia como humanos. A mi me sirve para apreciar lo que de verdad importa en la vida y no gastar demasiado tiempo o energía que otras cosas de las que no quedará ni rastro en poco tiempo. La geología nos enseña mucho de nosotros mismos, animalitos también de vida breve. Gracias Gaizka.

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