Corrían
rumores, lugares precisos más o menos secretos, monstruos, peces extraños. Ríos
contaminados, mutaciones, el destilado de nuestra civilización extendiendo por
el agua su mucosa invisible y pestilente. Uno de los ríos más grandes del país
iba dejando su carga tóxica pantano tras pantano, convirtiendo los cienos de
sus fondos en una bomba venenosa que estallaría en el futuro.
Corrían
rumores, el aliviadero de una presa que refrescaba con su agua una central
nuclear, nubes de vapor caliente y radioactivo en el amanecer helado, pescadores convocados
por el hechizo miserable de la abundancia, pescadores mudos, docenas cada día,
rastrillando su metro de orilla con señuelos extraños de colores fluorescentes fabricados con polisiloxano.
No había un
momento de belleza o de dicha, ni siquiera la lucha convulsa con el pez borraba la
certeza de estar participando de toda esa destrucción. Algunos
pescadores del Este, añorando otros tiempos y otros paisajes, se llevaban los
monstruos para comer sin importarles las ponzoñas que ocultaban sus carnes. La
ley hablaba de matar las criaturas pero nadie lo hacía y todos aquellos
animales extraños volvían al agua inundando el corazón de los convocados con toda la complicidad de un crimen impune.
El lugar era
infecto, las orillas del gran río, más allá del estruendo de la cascada, estaban llenas de espuma amarillenta y basura, salpicadas de restos de plásticos. La
vaharada de vapor nuclear a veces les envolvía por completo. Los pescadores adictos
no podían esperar a que volvieran los días templados de marzo y los arroyos
prístinos y buscaban lugares así, venenosos, dantescos, en los que podía morder
el señuelo cualquier cosa, en los que todo era atroz y maldito, horrible y
humillante.
Las pesadillas
invaden a veces los sueños. El futuro, gracias al cambio climático, al desprecio
por el agua, la ignorancia de muchos, la avaricia de algunos y una equivocada
idea de lo que era el progreso convertía los ríos en canales muertos, pantanos
llenos de alimañas, orillas atroces. Siempre huye en silencio tras tocar al monstruo, intoxicado, adicto a los venenos de Mordor.
Triste noticia. Viendo cómo ha acabado el Ebro, te tendrás que despedir de ese río. Un abrazo y mucho ánimo, ahora toca buscar otros rincones donde no haya llegado la invasión.
ResponderEliminarSe trata del río Tajo a la altura de la Central Nuclear de Almaraz. Y el menor de los problemas de ese pobre río son ahora los siluros del Danubio. Es uno de los ríos más contaminados de Europa, cortado por presas hasta su desembocadura en la que no se respetan caudales mínimos y a dónde van a parar aguas residuales que "dicen" tratadas de Madrid, Toledo y Talavera... Lo preocupante es que ya están subiendo por el Tiétar.
EliminarHe de decir, que al leer el escrito también estaba pensando en el Ebro. Sobre estos seres, comentar que aquí aparecen en cualquier río, charca, su expansión es imparable. Algunos lo atribuyen a algunas personas que luego los utilizan para comer, vamos, un proceso de aquicultura al lado de casa.
EliminarMagnífico relato, Ramón.
ResponderEliminarEmilio
Ramón, mas que subir, han bajado del Tietar, creo que todo comenzó en Rosarito.
ResponderEliminarY no solo eso, me temo que han "saltado" el muro de Valde...
¡No me digas!. Pensaba que eran peces que gustaban de aguas tranquilas y los he visto en sitios de mucha corriente así que me temo que no estarán a salvo ni los tramos bajos de mis gargantas.
EliminarEl río Tajo es un río asfixiado, sobre-explotado y moribundo. Todos sus males tienen responsable y nadie tiene la culpa, los pescadores somos los buitres que sobrevuelan su cadáver.
ResponderEliminarEs una pena el Tajo. Encima yo tengo la memoria de mi abuelo pescador y sus batallitas con barbos y anguilas enormes, truchas por arrobas, lobos mirándote desde la orilla...
EliminarEl vil metal como siempre detrás de la aparición "casual" y por doquier del pececito.
ResponderEliminarDe ahi amigo es el pez que he colgado. Que razón tienes pero algunos somos débiles y no podemos escapar al la tentación. Lo peor es que mi hijo está deseando lanzar sus minows en busca de algún bass Hasta que la primavera venga
ResponderEliminarMatar o no matar. Los pescadores de captura y suelta vivimos el dilema ético y estético de soltar vivas y con mimo aquellos peces que siempre habitaron nuestras aguas y no devolver al agua y matar a los peces de reciente introducción en nuestros ríos. Las especies invasoras rompen el equilibro de los ecosistemas acuáticos salvajes y contribuyen a la extinción de los peces alóctonos. ¿Sirve de algo matar a los peces exóticos capturados?, ¿es la forma adecuada de hacerlos desaparecer de nuestras aguas? La mayoría de las especies exóticas como el lucio, el black Bass, la trucha arco iris, el hucho o el salvelino fueron soltadas por organismos públicos como el Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) y las últimas como la lucioperca, la perca europea o el siluro del Danubio por el alemán Roland Lorkowski, doctor en biología y especializado en ecosistemas y peces de agua dulce (véase el documental “Monster Fish: Catfish King“ de National Geographic) Luego pescadores desaprensivos e ignorantes, trasvases legales o circunstancias accidentales han extendido carpas, lucios, luciopercas, black bass, alburnos, percas, siluros… por cientos de ríos, lagunas y pantanos hasta convertir España, por su clima y la cantidad de aguas embalsada, en un paraíso para todos estos peces.
EliminarA mi me encantaría poder recuperar mi río, el Tajo, y que habitaran sus limpias aguas peces autóctonos con las anguilas, lampreas, esturiones, sábalos, bogas, comizos, barbos comunes, tencas, cachos… pero es uno de los ríos más contaminados de Europa, recoge toda la mierda de Madrid, Aranjuez, Toledo, Talavera… y está cortado con 51 embalses entre los del Tajo y sus principales afluentes. Vale, matamos los pescadores cuantos alóctonos vengan a nuestras manos ¿Se recuperará así el Tajo? Merece la pena leer esta semblanza sobre la situación actual del Tajo, extensible a otros muchos ríos…
http://blog.uclm.es/cspma/files/2015/11/EXPO-TAJO-UCLM.pdf