Fotos de Izabela Urbaniak |
Un verano largo por delante, cuando no existían las
redes sociales ni Internet ni los teléfonos móviles, las Xbox ni otras pantallas
donde mirar una vida que no era la nuestra. Un verano largo junto a un río,
junto a abuelos que nos cuidaban, nos contaban historias, nos dejaban husmear
en la cocina y vivir en el campo la libertad salvaje.
Un verano largo, sin reloj ni horarios ni microondas ni otras
tareas que pescar y nadar, comer sandía y acechar luciérnagas. Mi tesoro era
una caña de bambú bien seco, mi sueño encontrar oro con un plato en la grava
fina de la orilla, también había un pez enorme, gigante, en el fondo de una
poza muy oscura del que no tenía miedo. Entonces yo era "el hijo pescador". Pescar en la memoria tiene eso.