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PUENTES



Los billetes de euro están llenos de puentes porque simbolizan la unión y las posibilidades de fácil comunicación entre los pueblos de Europa. El Gran Tajo sirvió de confín muchas veces. En el 400 a.C. se comenzaba a construir la gran muralla China, Alejandro Magno conquistaba el Imperio Persa, la Atenas de Pericles florecía y el río no lo había cruzado aún ningún puente sólido. Mucho, mucho más tarde Estrabón, Plinio el Viejo, Tito Livio, Justino… se atrevieron a describir de oídas como eran los pueblos que bebían del Tajo y lo cruzaban en barca, a caballo o a nado. Roma fue quien construyó por fin docenas de puentes pequeños y grandes, funcionales, sólidos, imponentes, intrépidos, bellísimos. Facilitaron el paso, el comercio, los viajes y duraron muchos siglos hasta que los franceses durante la ocupación los volaron. Algunos luego fueron reparados y más tarde acabaron olvidados, sumergidos bajo el agua turbia de los embalses, apenas rescatados en dibujos o en fotografías. El hormigón y las carreteras de asfalto borraron su memoria, pero me han dicho que la vida del hormigón armado no supera los cien años en el mejor de los casos.  A veces, cuando hay grandes sequías, aún afloran estos puentes, sus arcos, sus pilares. Pero ya no pasa nadie. Se borraron los caminos que llevaban al agua. Las orillas del Tajo están llenas de ruinas de molinos, refugios derrumbados, puestos de barquero, pesqueras medio deshechas. Todo eso ya está bajo el agua salvo en el alto Tajo. Muchas gente vivía junto al agua y del agua. Muchas veces me encuentro esos puentes que aún aguantan en los más pequeños de sus afluentes y cuando los utilizo para cruzar un río imagino a quienes los diseñaron e hicieron, cómo era aquel tiempo y el valor de poder cruzar seco y con facilidad cuando el río venía alto y frío, cuando los caminos se hacía a pie y no había más luz que la lumbre.
Hay barbos grandes merodeando bajo los pilares del puente, cientos de coccinélidos aguardando a calentarse para volar, almendros abandonados llenos de flores y por fin nubes. 


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