Al pescador no le asusta el frío, respira el aire bajo cero y se siente bien caminando por la orilla, contemplado el agua verdiazul que comienza a sobredorarse cada vez que los rayos de sol rompen la niebla. Lanzar el amasijo rojizo de pelo de conejo con una caña del siete y una línea hundida se parece poco a la grácil danza de una seda del dos haciendo volar una pequeña efémera amarilla como hacía en verano. Tampoco es igual el silencioso espejo del embalse que el bullicioso torrente que le gusta vadear en Primavera. Pero la vida es eso, adaptarse, aguantar lo que toca, explorar nuevas formas de libertad y agua, no pararse nunca a lamentarse por todo lo perdido o todo lo pasado.
Le gusta al pescador esa parada seca, ese clavar sin miedo, un poco bruto, ese pulso a dos manos contra el pez. Y luego su estampa rara de bestia dentuda, los aterciopelados grises de la librea, su cuerpo de pez medio serpiente, dragón, gato. Y sobre todo le gustan en especial esos largos segundos mientras se hunde la línea y el señuelo, unos instantes que se estiran hasta llegar a esos lugares profundos donde están acechando los monstruos de los niños pescadores.
Se ha escapado el pescador de la ciudad. Necesitaba el inmenso abrazo de la soledad y del silencio, un horizonte hostil, un poco de aire frío, de intemperie real. Las otras intemperies urbanas, los otros fríos cotidianos son los que hacen más daño y congelan la verdadera voz de las palabras. En cambio aquí la ropa es buen refugio y no hay otra verdad que la que sienten sus dedos empuñando la caña y el sedal hasta que llega al fondo.
Le hace gracia recordar precisamente ahora, peleando con el segundo de esta mañana, esos versos de Cernuda: “Tú, verdad solitaria,
transparente pasión, mi soledad de siempre,
eres inmenso abrazo". Hay quienes buscan refugio en lugares cerrados, confortables y calientes, otros en cambio encuentran abrigo y protección en la intemperie fría del campo, luchando contra un pez, teniendo la certeza de que ningún objeto ni guarida pueden alargar la vida. Pero el amor y la amistad, los ríos y los bosques hacen más agradable este acertijo.
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