jueves

ESCARABAJOS II


Foto de: A Sánchez Nieto
Me gustan los insectos, en particular los coleópteros, se los conoce vulgarmente como “escarabajos”. Si en Europa viven unas quince mil especies en España hay unas diez mil de todas estas. Su importancia polinizadora es superior a las abejas. Sin ellos y sin ellas la vida humana en la tierra sería muy difícil, posiblemente ya nos habríamos extinguido. Respeto, admiro e intento cuidar a los coleópteros que descubro, aún así, involuntariamente, mato unos cuantos miles todos los años. Conducir por la carretera tiene estas dramáticas consecuencias.

Salvo para los biólogos expertos en insectos, los coleópteros no son muy populares, a la gente le cae simpático un cervatillo o un rebeco pero no un escarabajo pelotero. Ayer vi una nutria muerta en la carretera, veo alguna con frecuencia en la N-V poco antes de llegar a Navalmoral. Hay zonas húmedas a ambos lados de la autovía e imagino que no hay ningún paso de fauna que permita a los animales salvar ese riesgo. Me entristecen estas muertes, tengo especial cariño hacia las nutrias, muchas veces compañeras de río, pero sé que esa simpatía es arbitraria, subjetiva y personal. Igual les pasa a muchos ciudadanos, tienen en su cabeza una jerarquía empática hacia determinados animales y no hacia otros. Se pueden indignar y manifestar si alguien maltrata a un animal pero vive con total indiferencia e ignorancia la muerte o el maltrato de otros animales, por ejemplo el de un escarabajo. Aún recuerdo la enorme “pelotera” mediática que se montó cuando se desvió la carretera de Aranjuez porque el trazado inicial planificado destruía una zona llamada “El Regajal”, uno de los hábitat de mariposas más importantes del mundo. ¡Desviar una autovía por una oruga!,  ¡Si hubiera sido por un águila real… pero por una mariposa anodina!  Sin embargo todos los animales del mundo deberían tener nuestra consideración y nuestro respeto, incluso matando a algunos, deberíamos pensar que su existencia en la tierra no tiene menor importancia que la nuestra, aunque luego acabemos con muchos todos los días, eso hacemos por ejemplo con los mosquitos o las moscas o con todos los coleópteros que aplastamos con nuestros parabrisas o con los millones de animales que mandamos criar delegando su muerte a otros para tener nuestro filete y nuestro muslo de pollo sobre el plato. Hay una secta budista, los monjes jainistas, que están obligados a pisar el suelo con mucha suavidad y a barrer el terreno con plumas de pavo real para dejarlo libre de seres diminutos. El resto de humanos matamos animales o los mandamos matar para alimentarnos. Incluso algunos los seguimos cazando pero conservando los hábitat y las poblaciones de estos abundantes animales cazables para no extinguirlos. Otros, la mayoría de la población humana, sigue “cazando” peces o delegando esa caza en otros, pero sin tener muy en cuenta ni sus hábitat ni sus poblaciones, ejerciendo un sistema de pesca paleolítico, extractivo, pero con tecnología del siglo XXI. Según el informe de este año de WWF 'Living Blue Planet': El atún, la caballa y el bonito han visto reducida su población en un 74%. Los informes científicos de la Unión Europea sobre otras especies sobre las que se ejerce cierto control en las capturas tampoco son muy optimistas.

Pero claro, un gazapo o un ciervo nos caen simpáticos, los humanizamos por diferentes razones educativas y culturales, un precioso atún rojo o un chinche de agua es más difícil, tal vez porque no nos han explicado su valor biológico o su maravillosa vida.  No plateo con todo esto ninguna tesis en defensa de la caza conservacionista. Mi arbitrariedad como humano carnívoro y civilizado cazador llega a no comer atún rojo y a matar algunas perdices salvajes con mi escopeta, a considerar e intentar proteger a los coleópteros y seguir odiando a los mosquitos, a defender los hábitat de las rapaces ibéricas y guisar con mucha frecuencia pollo en pepitoria, tengo un cariño especial hacia mi teckel y siento una especial animadversión hacia las palomas urbanas. Pero vuelvo a mis bichos, a los coleópteros, a los escarabajos. Si, es cierto, uno de ellos, la carcoma, destroza nuestras casas de madera y otro aniquila las plantaciones de patatas, en cambio alguno como la mariquita nos libra de los pulgones y las luciérnagas se comen las malditas babosas de nuestro jardín. Muchos son comestibles y pueden que sean en el futuro la solución sostenible contra el hambre, quién sabe si dentro de la bioquímica secreta de alguno está la cura contra el cáncer. Llevan viviendo en la tierra más de 280 millones de años y no dudo que cuando nosotros nos extingamos del planeta tierra ellos seguirán por aquí.  Si se cruzan con un escarabajo pelotero o un rinoceronte no le pisen, aunque no sean budistas jainistas, les aseguro que es un buen tipo.

Escarabajos montados de Paco Redondo

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