Son especies exóticas, invasoras o no, eso se debería investigar
en cada río, ecosistema y territorio (porque estamos rodeados de especies
exóticas que no son invasoras como esa maceta que tienes en tu salón o el maíz
que te alimenta). En el caso de los peces no deberían estar ahí pero están y ya
será difícil que desaparezcan. Lucio, bass, carpa, lucio-perca, siluro… no
tienen “la culpa”. Han ocupado enormes ecosistemas acuáticos que también son
“exóticos” y ajenos a los ríos autóctonos, corrientes, no fragmentados y
salvajes que una vez hubo en el país. Unos ecosistemas exóticos como los
grandes embalses para los que no evolucionaron los peces que estaban antes. La
mayoría son masas de agua con poco oxígeno, paradas, contaminadas,
eutrofizadas. Puede que ahora las exóticas tengan un boom demográfico y unas
décadas después desaparezcan o queden bien pocas. Lo cierto es que hay pocas
investigaciones científicas que hayan estudiado el antes y el después de estas
introducciones de peces exóticos. Para unos pescadores son el pez milagroso
para otros son un horror invasor que extingue a “las nuestras”. Si hubiera
investigaciones de largo plazo podríamos encontrarnos con la sorpresa que lo
que extinguió o hace vulnerables a las nuestras fue la contaminación química,
los pesticidas, la escasez de agua por el abuso de trasvases y riegos, los
cortes del flujo del agua motivado por las presas, los grandes embalses
anóxicos…
Los ecosistemas son espacios de equilibro biológico frágil, que
sufren o están ya sufriendo cambios constantes que son invisibles para la
mayoría de los ciudadanos, que sólo son estudiados por unos pocos biólogos y
cuyas consecuencias a medio y largo plazo son hoy una incógnita. La ecología no
es la bandera ideológica de los “ecologistas” sino la ciencia o el conjunto de
ciencias que estudia e intentan comprender las sutiles interrelaciones entre
todos los seres vivos y su entorno, incluyendo los llamados factores
“abióticos” locales como el clima o la geología. En la ecología, más que en
ninguna otra ciencia, se ha descubierto que se produce muchas veces el metafórico
“efecto mariposa” (el vuelo de una mariposa en las antípocas provoca aquí un
huracán). Es decir, un mínimo cambio, apenas visible, tal vez la introducción
de una bacteria, el cambio de un grado de temperatura, un insecto nuevo, o su
desaparición, provoca cambios muy grandes, a veces a largo plazo y a veces
repentinos. Cambios que con mucha frecuencia no afectan al ser humano, pero
otras sí, y de forma muy grave. La globalización, la intensificación del
comercio mundial por tierra mar y aire, pero también la voluntad consciente o
inconsciente de algunos ciudadanos, ha producido la proliferación de especies
de plantas, insectos, peces, bacterias, aves y mamíferos en nuestro país que
antes no existían. Eso puede parecernos curioso, asombroso o pintoresco, pocas
veces entendemos el potencial catastrófico de esta “novedad” no sólo para el
equilibrio biológico de nuestros espacios naturales o urbanos, la economía
agrícola y ganadera o la situación de nuestros ríos, sino para nuestra propia
salud humana. Nos suenan, porque de cuando en cuando la televisión o la prensa
publica alguna noticia, el mosquito tigre, el caracol manzana, el siluro del
Danubio, el mejillón cebra, el moco de roca, la hormiga argentina, el alburno,
la rana toro, la cotorra argentina, el plumero de la pampa o avispón asiático.
A mi me gustaría que no estuvieran, que no hubieran venido, pero
mi opinión y criterio es arbitrario, subjetivo, parcial, poco científico. Y a
veces también las pesco. Nadie es perfecto.
También hay pescadores inconscientes que traslocan algunos de
estos peces, cosa que hoy está prohibido y es reprobable si sabes las
consecuencias. Aunque el principal introductor de esas especies exóticas fue en
otro tiempo la administración pública. En algunos casos se han quedado y han
proliferado sin que se pueda hacer mucho para eliminarlas. En otros casos no
tuvieron éxito y desaparecieron tras esas sueltas. A modo de ejemplo:
18 de Julio del 1969 – La
Vanguardia. Cáceres, 17.
(De nuestro corresponsal, Valeriano GUTIÉRREZ.)
Por los
Servicios de Pesca
se han empezado
a efectuar repoblaciones masivas
de especies de
peces de agua
dulce en virtud de
concierto establecido hace
tiempo con la
Diputación provincial. Se pretende
conseguir que las aguas de la
alta Extremadura estén
debidamente repobladas y
sean muy aptas para
la pesca. Ahora se
ha llevado a
cabe la repoblación
con 15.000 alevines
de carpa royal en el
embalse del Salor
próximo a Cáceres; 5.000 Jaramugos de
trucha arco-iris, da 15 a 16
centímetros, en la presa
de Valdeobispo sobre
el río Alagón. También se
ha efectuado la
Suelta de 15.000 jaramugos de
black-bass en el río
Salor y
de 10.000 jaramugos
de carpa royal en
el embalse de
Carguera, cercano a
Plasencia. Conviene dejar
constancia de que
estas últimas sueltas
son las pioneras
de las excelentes
crías conseguidas en la
piscifactoría de nueva
creación construida recientemente
en Badajoz. Se anhela
y está programado
por la Junta Provincial
de Pesca Continental continuar las
repoblaciones con trucha común
en las incomparables «gargantas»
de La Vera,
Valle del Jerte,
Hurdes y Hervás,
a la vez
que la suelta
de trucha de la
variedad arco-iris en las
«gargantas» acotadas a
estos efectos de «Cascarones» y
«San Gregorio», de
Cuacos de Yuste
y cabecera del
río Ambroz. Con black-bass
y lucio en los
innumerables embalses de
nuestra geografía
provincial y carpa
royal en los
pequeños embalses cacereños. Los pescadores
extremeños están muy agradecidos a
los Servicios Nacionales de Pesca
Fluvial por el
extraordinario interés que se
toman para promocionar este emporio
de riqueza y
ocio.
Las picias, en estos casos fueron de la administración, no de los pescadores. Y eso de "emporio de riqueza"... va a ser que no.