lunes

PIEDRA DE SOL



Me desperté mucho antes de amanecer. Ya tenía el equipo preparado, así que leí algunos versos de “Piedra de Sol”. Ese que dice: defender nuestra ración de tiempo y paraíso.

En esa ración de "tiempo y paraíso” que es o debería ser nuestro derecho como humanos, estaría el refugio, el alimento, la cultura, el cuidado. Y también el amor y estas horas de río y soledad.

Ayer fuimos mi hermano y yo a la garganta de M., cada cual por su orilla, mientras el cielo se entreabría a ratos mostrando la nieve cercana y un cielo muy azul. Alguna trucha tocamos aunque íbamos detrás de otro pescador, Eso te obliga a rebañar el agua, a pescar más despacio, a no tener ninguna esperanza en que la tarde y el río sean generosos en peces. Pero son generosos de otra forma, en eso: en tiempo y paraíso.

Luego nos cruzamos con otro joven pescador, ya de recogida, que iba a seca con ese optimismo y esa alegría que sólo puede tener un mosquero andante solitario por esos parajes complicados y prístinos. Como a veces se pasea por aquí, por estas palabras, me contó el dónde y el cuando de un gran río que ambos queremos y que aún conserva en su parte alta unas pocas truchas resistentes a las infamias, abandonos y abusos de estos tiempos “riocidas”. No competiré con él por tocar esas truchas que él ha protegido con su confidencia.

De vuelta a casa al anochecer, arreciaba la lluvia en el tejado, así que volví a Piedra de Sol y a descansar. Que difícil es a veces tener nuestra ración de tiempo y paraíso. O qué fácil.


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