martes

RODILLAS

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Los humanos fuimos durante miles de años caminadores. Sólo en los últimos siglos nos volvimos sedentarios. Por eso las piernas se quejan si están quietas. Los pescadores de truchas, y sobre todo los pescadores de truchas de garganta, sabemos bien lo importantes que son las rodillas.

La maravilla de las rodillas. Esas bisagras de músculos, tendones y huesos que nos permiten ir saltando de piedra en piedra con una facilidad de bailarines. También está el sentido del equilibrio, los tobillos, las caderas, los pies… pero las rodillas son para el pescador especiales, doblándose millones de veces, permitiéndonos caminar y pescar, agacharnos o apurar el paso, ir lejos.

Lanzo la mosca sobre el precario equilibro de una piedra lisa, pequeña, pulida, mojada, en medio de la rasera que da a una poza. Flexiono las rodillas. Camino sin tropezar durante muchas horas siguiendo la senda que sólo imaginamos nosotros junto al agua. Hace mucho calor y me agacho a beber de la garganta haciendo cuenco con la mano. Flexiono las rodillas.


Tal vez por eso me gusta mirar también las rodillas de las chicas. La belleza de las rodillas. La promesa del camino que harán junto a mí. La esperanza de que también sean incansables. Le digo a mi hijo el pescador que es natural que el atractivo físico de los homínidos se fije en la expresión del rostro, los pechos o el culo, pero si eres pescador no hay que descuidar mirar las rodillas de la chica que te gusta.

domingo

BOGAS


Terminó hace días la última novela. Aún viven cerca los personajes que inventó, pero cuando los pocos lectores a los que les pasó la historia aluden a alguna corrección necesaria de ese borrador le parece que deberían reescribir ellos mismos los pequeños errores. Ya no siente suya la trama de esas vidas ni sus voces. ¿de verdad eso salió de sus dedos?

Ya en medio de la primavera. Los días siempre rapidísimos. Imposible cumplir las obligación del carpe diem que se impone los fines de semana. El pescador ha venido muy temprano a su río, ahora lleno de helechos y cicutas, con menos agua y más lleno de vida visible. Vadea sin prisa, saboreando el simple pisar entre las piedras. Las truchas le sorprenden en las corrientes rápidas, estrechas y profundas. También las bogas que parecen haber vuelto después de muchos años sin tocarlas.

Pesca, por una vez despacio, tranquilo, sin esperar nada. Se va una trucha grande y no maldice. Casi le hacen más gracia las boguitas, el murmullo incesante de los insectos, al intensidad de los colores según levanta el día, este esplendor gratuito y para nadie que contempla.

Aunque no está cansado se sienta en una piedra en medio de la corriente, ahora que comienza a dar el sol en el agua, por el gusto de mirar la orilla, la corriente, los peces. Luego repite lo pescado al amanecer y vuelve a tocar truchas y bogas. No hay nadie. El río entero para él, el sol entero, la larga mañana. Le parece que ha pasado mucho tiempo desde esos días de marzo y luego abril. El pasado cercano es a veces un lugar remoto y el pasado lejanísimo se acerca de improviso como si fuera antes de ayer. Entonces pescaba bogas con una cuerda de moscas ahogadas y truchas con pequeñas cucharillas negras, el resto de mundo es casi el mismo. O tan distinto.


Piensa que debería escribir algún día una historia de pescadores. Se la debe.


martes

LUZ


Vivir al margen. Estar ahí. Descubrir que la realidad no habita en las televisiones, ni en la trama de las teorías. Entender que el tiempo es otra cosa. Tocar el agua. Respirar. Descansar bajo una encina joven. Morder el bocadillo. Beber el agua fría tras tener de verdad mucha sed. Seguir con la mirada la mosca adivinando su navegar hasta el hambre del barbo. Volver a lanzar sin sentir que la caña es un objeto ajeno a nuestro brazo. Borrar todas las fronteras que encierran las horas. No sentir llegar la tarde. Luchar. Caminar río arriba con los pies mojados. Los olores. Los colores. La luz. Los peces dorados.



lunes

CAMPEONES.

CAMPEONES DE ESPAÑA 2015
La mayoría de la población comienza a ser urbana, los ríos están lejos, otros deportes o actividades de ocio son más gregarias, más televisivas y más cómodas. Cada vez es más difícil que los niños conozcan qué es pescar, porqué es apasionante ser pescadores,  qué nos enseñan los ríos y los peces para que la pesca sea adictiva, educativa, mágica… Hoy, en esta pasión, como en tantas, los padres y las madres son los responsables. Llevar a los hijos y las hijas al río con frecuencia, enseñarles a pescar no es nada fácil si no se vive cerca de un torrente, una garganta, un río o un embalse. Además pescar es complicado, difícil, duro, con una gratificación íntima y sutil, nada pública, poco lucida. ¿cómo explicar, enseñar, educar a un chico o a una chica lo que a nosotros nos ha dado ser pescadores? ¿lo que hemos aprendido de la vida junto al agua?

Me alegra ver a estas nuevas generaciones de “hijos pescadores”. Gracias a ellos los ríos salvajes y las truchas autóctonas de Extremadura seguirán teniendo defensores. Seguro que serán mejores que nosotros en todo.

Contemplo la fotografía de los chiquillos, campeones de España, leo en su expresión la timidez, la alegría, el asombro de ser los mejores. Les quedan muchos años de aprendizaje, ellos aún no lo saben, pero les queda la vida entera por delante. Sin embargo ya son grandes pescadores, no lo dudo. Pero yo no les veo a ellos, veo a sus padres y a sus madres, veo muchas jornadas en el agua junto a ellos, y admiro la entrega, la paciencia, la comprensión, el amor de esos padres y madres, su empeño en descubrir a sus hijos lo que ellos habían aprendido antes en el río y en la vida, el porqué, el cómo, los secretos del agua y de los peces. Sobre todo a los que conozco, a los que he visto algunas veces con sus hijos en la garganta. Veo a José Manuel y Laura, por ejemplo. Son invisibles en esta fotografía pero están ahí detrás, muy presentes, también tímidos, alegres, asombrados, satisfechos. Para mi ellos son los campeones.