Ava y Gregory pescando |
El sociólogo
que hay dentro del pescador se pregunta por el “cuantos”, el “tipo”, el “porqué”.
No hay estudios globales ni datos transversales. En el año 1950 en España se
expidieron en torno a 27.000 licencias, en el año 2000 la cifra era de
800.000. ¿Hoy cuántos somos? ¿Cuántos son pescadores deportivos de costa? ¿Y cuántos
somos mosqueros andantes?. ¿100.000?, ¿200.000?.
En todo caso
una pequeña minoría, de ahí la doble o triple rareza de ser “pescador”, “mosquero” y “sin muerte”.
Al sociólogo
le gustaría tener buenos datos por tipología, edad, frecuencia de salidas de
pesca, opinión sobre esto y aquello… Hay algún estudio de mercado que hice en
su tiempo, pero de muestra muy limitada y de limitadas conclusiones. Está el dato
de tirada y difusión de las revistas pero es difícil sacar de allí hipótesis
ya que muchos pescadores no leen demasiado e Internet compite cada vez más con
el papel en este mundo.
Por lo tanto
es sólo el oficio, la intuición y no los datos el que me indica que poco a poco
somos más los “mosqueros andantes conservacionistas”. Somos más pero seguimos
siendo los “raros”, los pocos.
Frente a las confederaciones
hidrográficas, las eléctricas, los regantes, las grandes o medianas industrias
que utilizando el agua luego no la depuran o lo hacen de forma muy deficiente, los
políticos con responsabilidad en las aguas continentales… apenas somos nadie: sólo
100.000 ciudadanos más o menos.
Pero también
pienso y le cuento a mi hijo el pescador eso que los sociólogos llamamos las “minorías
activas”. Son las minorías activas las que empujan, las que van delante, las
que hacen que cambien las cosas y, sobre todo, que cambie la forma de pensar
del resto de ciudadanos. Los grandes logros sociales que han traído el progreso
al mundo fueron empujados, al principio, por poca gente. Pienso en las luchas
obreras del siglo XIX, la abolición de la esclavitud, del trabajo infantil, el
derecho al voto de la mujer, el uso del DDT, la caza de ballenas, la basura
radioactiva… Le hablo de Clara Campoamor, de Rachel Carson, de Fernando Pereira…
… Le sigo
contando otros ejemplos distintos y se sorprende de que lo que
a él le parecía tan natural hubiese costado tanto…
…Ojalá un día
alguien cuente que los ríos se salvaron por cuatro mosqueros andantes…
Ojalá compañero... Un saludo
ResponderEliminarEso. Ojalá. Antes de ayer tuve un feliz día de truchitas, unas veinte en dos horas, con la garganta perfecta o más que perfecta. Aluciné con cómo aguantan estas truchas puras de montaña las enormes crecidas de este año...
ResponderEliminarY cómo se nota que el coto está cuidado y es sin muerte.
Cada vez que alguien me presenta a un "amigo que también es pescador" me echo a temblar. Los "mosqueros andantes conservacionistas" somos bichos raros y una piedra en el zapato de la administración, los colegas de la barra del bar y hasta de la familia que reclama mas trofeos... Pero pescar el río con la conciencia tranquila no tiene precio. Enhorabuena por la entrada y un saludo.
ResponderEliminarGracias Álvaro. Sé optimista. Cada vez somos más. (los otros también, snif...)
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