Frío. Menos cinco grados. Pero el frío está al otro lado del vadeador, los calcetines gordos, la ropa interior térmica, el forro polar, la cazadora de plumón, el gorro de lana, la braga de cuello, los guantes. El frío es una sensación agradable en la cara, la certeza de que estamos vivos y allí, en medio del agua y la intemperie. No hay insectos, tan solo bandos de avefrías y zorzales camino de sus comederos. El pescador siente el silencio, el siseo de la línea al volar, su voz ahí dentro, en algún lugar, recordando otros días, explicándose como hacer un buen nudo con los dedos helados, asombrándose de que ya son muchas décadas acercándote a ese sitio secreto.
Yves Michaud
en “El Nuevo Lujo” (Editorial Taurus) analiza cómo las marcas han ido articulando
argumentos nuevos, más sutiles, para vender sus baratijas, sus gadgets o sus
servicios. El lujo hoy, a comienzos del siglo XXI, se disfraza con “experiencias, arrogancia y autenticidad”.
Cuando compras un viaje o una prenda de ropa, o un automóvil o te tomas una
copa de cierto licor en cierto lugar, buscas vivir una “experiencia”, sentir la
“arrogancia” y la ostentación de ser un privilegiado, creer que eso que estás
consumiendo es “auténtico”. Por
supuesto, como en la industria del lujo del siglo XX, se creó y se crea una
industria del sucedáneo, el simulacro y la imitación para las
clases medias que quieren emular así un "luxury" al que sólo pueden acceder los
ricos de verdad.
Pero el lujo
de verdad no tiene precio, ni intermediarios, ni anuncios en la televisión, ni
estrategia de marketing. El lujo de verdad lo construye cada cual con su
inteligencia y su tiempo en libertad, su cultura y su forma de entender el
sentido de la vida. Y hoy el lujo es este frío, las horas por delante, los
malvices cruzando por el cielo, el hijo pescador aquí a mi lado.
Experiencias, al fin y al cabo siempre, de forma consciente o inconsciente buscamos tener buenas experiencias. El ascenso a esa cima, recorrer ese sendero, pescar ese río. El hombre vive de experiecnias. Por eso los de marketins, publicistas intentan transmitir que "esas cosas" serán una buena experiencia para ti. En mi caso soy muy poco de marcas (nunca puedes decir que no eres) y sí de buscar momentos especiales.
ResponderEliminarNadie se escapa de las marcas y los logos. Intentar estar al margen es un acto de resistencia y también de lucidez. Pero cada vez hay más consumidores críticos, "sí se puede"...
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