Cuando volvemos a los viejos materiales y a los antiguos montajes
descubrimos el gran ingenio de sus inventores, la buena lógica que motivaba esa
innovación y la economía de medios en otros tiempos menos globales y
consumistas. Los bug de alambre y lana peluda los inventó un pescador que no
tenía otra cosa para liar al anzuelo que la lana que utilizaba alguien en casa
para tejer un jersey. Solo hay que ver la viejas fotos de Frank Sawyer.
No sigo
mucho las modas, tanto me da una mosca inventada hace cien años que una de
antes de ayer. Igual me pasa con las ninfas. Cualquier pescador ha comprobado
que un perdigón pesca más que un viejo bug pero a veces atar un killer bug tiene su
gracia y además no pesca menos. Sobre todo me pasa con los barbos o con las
truchas grandes. Un bug funciona muy bien cuando no acaban de subir a comer en
superficie o han visto ya demasiado perdigones fulgurantes con bufandas
naranjas o tornasoladas. Un pequeño bug que se hunde despacio y que luego se arrastra
un poco entre la grava del fondo provoca la picada del empecinado barbo ante el
que hemos paseado antes todo tipo de ninfas marcianas. Frank Sawyer tal vez robase
un poco de lana a su mujer pero sabía muy bien que los “killer bug” eran muy
efectivos para engañar a los peces más grandes.
A mi hijo el pescador, cuando era más niño, se le daba muy bien montar bug porque no tenían mucha dificultad y luego era fácil comprobar
lo efectivos que eran. Yo aún los monto a veces y los ato cuando todo falla.
Además permiten un truco de pesca que no voy a contar aquí ¿Qué pescador no
tiene secretos?...
Muchas veces, las cosas que pueden parecer más simples son las más efectivas. Buenas reflexiones artista ;-)
ResponderEliminarPero nos cuesta admitirlo. Siempre andamos indagando los materiales más sofisticados y los montajes más relamidos. Hoy los perdigones, que dentro de muchos años nos parecerán algo ridículo. ;)
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