Diane Michelin |
Había una vez dos peces
jóvenes que iban nadando y se encontraron por casualidad con un pez mayor que
nadaba en dirección contraria; el pez mayor los saludó con la cabeza y les
dijo: «Buenos días, chicos. ¿Cómo está el agua?».
Los dos peces jóvenes
siguieron nadando un trecho, por fin uno de ellos miró al otro y le dijo: «¿Qué
demonios es el agua?».
A veces no nos damos cuenta de lo que somos, lo que nos rodea, lo
que respiramos o bebemos, el agua, la fragilidad de la vida, un poco de tiempo. El 60% de nuestro peso corporal. Yo peso unos
70 kilos así que soy 42 litros de agua ¿será el peso de mi alma? ¿Y qué demonios es el agua?, eso que sale
de nuestros grifos y que viene de un embalse que ha encerrado un río. Sacia la sed,
limpia y relaja si tenemos el privilegio de pegarnos un baño en un sitio bonito
y con el agua limpia.
Estuve bañándome en el alto Tormes, hacía calor, dejé de pescar y
nadé unos minutos. Hice lo mismo otro día en la garganta de Alardos. El agua
estaba limpísima y fresca, la paisaje que me rodeaba era de paraíso. Mucha
gente se va lejos y hasta muy lejos buscando eso mismo y no se da cuenta que
tenemos paraísos muy cerca, a poco más de dos horas de una ciudad recocida por
el calor y la contaminación. No hay cerca chiringuito, ni arena dorada, ni
hoteles de pulsera, pero nadar en todos esos ríos de la España vacía que aún están
limpios es un placer que no cambio por ningún otro lugar famoso y turistizado.
Siempre he intentando huir de todo eso. No me gustan los hoteles de vacaciones,
ni las playas famosas, ni los lugares con más de dos persona en el agua.
Se equivocaron todos los economistas teóricos del ocio. El ocio,
el tiempo del ocio se ha estancado. Hace veinte años se auguraba un futuro con
menos horas laborales y más horas libres para "gastar y consumir" o
para no hacer nada. Luego la revolución de las nuevas tecnologías prometía algo
parecido, los ordenadores, las máquinas y los robot mantendrían la
productividad y tendríamos más horas libres. Pero no es así. China y el resto
de países emergentes han propuesto el ejemplo contrario que tarde o temprano
vamos a seguir todos. Mi hijo el pescador no ha leído a Paul Lafargue pero
piensa como él. ¿Porqué no hay un equilibrio entre tiempo laboral y tiempo
personal?. Trabajamos más, producimos más, pero seguimos trabajando muchas
horas y no ganamos más, al contrario, el trabajo es más precario, la jubilación
incierta. Este modelo de vida no nos hace feliz y además no es muy sostenible.
¿Porqué no cambiarlo?, la vida es demasiado corta para dejarse engañar. Acabo
de contarle a mi hijo el pescador porque se llama efémera la efémera. Vive un
día como adulto. A veces ni eso porque una trucha se la come antes de poder
aparearse. ¿y si sólo viviéramos un día?
me pregunta. ¿Qué demonios es el agua? Dijo el pez más joven.
Nota: El párrafo de arriba es el comienzo del único discurso que
dio en público el gran escritor americano David Foster Wallace.
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