Tic tac, tic tac, el reloj de la vida, las estaciones, los años,
las décadas, hasta que un día nos sentimos supervivientes. Otros amigos no
tuvieron ese azar, esa suerte, esa extraña ruleta genética. No hay otra
fortuna. Ni ligarse a Claudia Schiffer, ni una Primitiva. Sólo vivir. Dos mil
años de filosofía para llegar a esto. No ha sido mucho. Una vez que Friedrich
Nietzsche constató que los reyes magos o dios eran los padres y que descubrimos
que la mecánica cuántica se da de hostias con la teoría de la relatividad y su
universo ordenado y predecible, vivir es otra cosa. Un presente que camina
siempre hacia un futuro dudoso. Caminar es un decir muy machadiano, ya que
vamos a todo trapo, 850 kilómetros hora rotando, 30 kilómetros por segundo
alrededor del sol. Y nosotros aquí, quietos, en la paradoja de estar metidos en el agua helada mientras
fuera hace 40 grados, contemplando como miles y miles de efémeras pasan de
largo. Tempus fugit a lo bestia, nada de metáforas. El principio de
incertidumbre era esto, la trucha está y no está al otro lado de la mosca
flequillera de Pakito, la caña se dobla, sientes su fuerza, pero a la vez no la
sientes, puede que ya no esté, que nunca hubiera estado. Schrödinger tenía que
haber utilizado a una trucha y un río en lugar de una caja y un gato.
Pero la fortuna es estar con él, la trucha es lo de menos. La fortuna es
sentir el calor meridiano, el frío ártico, los mosquitos, el reflejo del sol quebrado por la
seda al caer y esas miles serratellas ignitas posadas en el agua pasando de
largo y entre todas una es la nuestra y esta hecha de acero, hilo, plumas. Pescar es hacer filosofía, volver al viejo Schopenhauer, la voluntad de
vivir y todo eso, la voluntad de posar una y otra vez y cien veces la
flequillera en esa cebada. Tic tac, tic tac, pero el sol nunca suena, su tiempo
es suave siempre, mañana quien sabe. El hijo pescador ya me supera en diez centímetros. Hace garita a la sombra mientras a mi me pega el sol, piensa en sus incertidumbres y sus relatividades, que no son las mías. Los ríos
le han visto crecer y madurar. Y yo en ellos, con él. No hay más fortuna.
"Principio de incertidumbre" me has hecho recordar a un tema de Ismael Serrano. Aunque siguiendo con las hondas, muchas veces sabes que está ahí, pero poco sabes de ella, alberga un gran pez ¿? lo que está claro es que ese principio de incertidumbre alberga una certeza muy simple "nos gusta estar ahí" ;-)
ResponderEliminar"Principio de incertidumbre" me has hecho recordar a un tema de Ismael Serrano. Aunque siguiendo con las hondas, muchas veces sabes que está ahí, pero poco sabes de ella, alberga un gran pez ¿? lo que está claro es que ese principio de incertidumbre alberga una certeza muy simple "nos gusta estar ahí" ;-)
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