LANZAR
Nada se parece tanto a escribir un verso como hacer un lance. Buscamos la perfección durante mucho tiempo, disciplina, fallos y de pronto, un día, sale perfecto sin esfuerzo.
Pero su belleza no está en la fugaz ola en el aire del sedal o el sonido sino en la marea invisible que la empuja. A la palabra. A la mosca.
Poético, estético... Perfecto.
ResponderEliminarY qué satisfacción cuando al final sale...
ResponderEliminarAsí es. Y a veces, antes de dormir, uno recuerda la comba del sedal de alguno de los lances del día y los momentos en los que clavaste los peces.
ResponderEliminarY a veces, en esos segundos antes de que nos llegue el sueño, recordamos lances y peces de muy lejos, de muchos años atrás, como si hubiera sido ayer.