(Foto El País)
Dime como
tratas tus ríos y te diré cuál es tu nivel de educación, de cultura, de
desarrollo social. En España, a pesar de la moda ecologista, de la palabra
“sostenibilidad” y “naturaleza” en la boca mentirosa de tantos políticos, los
ríos, el agua dulce y limpia sólo es un producto con el que traficar, regar campos mezclada con
venenos químicos, y utilizar sus cauces como cloacas y sumideros industriales. Así está la cosa en España, sólo hay que
mirar al Tajo como ejemplo y muestra. Y como el Tajo, cientos.
Conozco bien
el Tajo y sus afluentes y no se salva ni uno, ni uno está limpio, ni medio
limpio, ni uno tiene un caudal suficiente y cada año mantiene menos vida en sus
aguas. Hace bien pocas décadas sus aguas estaban transparentes, no había limos
y barros sospechosos en sus fondos, y tenían bastante caudal incluso en los
meses de más estío. Recuerdo bien mi infancia.
A nadie le importa
una mierda, y nunca mejor dicho, nuestros ríos, salvo a cuatro ciudadanos y a
algunos pescadores. Pero tarde o temprano Gaia se cobrará la deuda y extinguirá
a esta especie destructiva a la que pertenezco. De los dinosaurios, que
habitaron la tierra durante millones de años, apenas quedan unos huesos
convertidos en piedra. De los humanos sucios aún quedará menos, tal vez sólo
metros de sedimentos de basura y de escombros.
Una vez conocí a un cazador de los San
(Bosquimanos) Aunque es uno de los pueblos más antiguos de la tierra se
extinguen sin remedio, expulsados de su hogar el desierto del Kalahari. Se reía cuando le contaba que aunque
nosotros teníamos hermosos ríos llenos de agua la mayoría estaban sucios,
contaminados y muertos. “Entonces vosotros os extinguiréis antes”, dijo.
Y así es. Así
será. Hoy tengo esa certeza. Un río muerto por nuestra mano es el primer
indicio, el primer crimen. Bien sabe esto mi hijo el pescador.
(Foto Ismael Herrero - EFE)
Coincido con el Bosquimano. Somos la especie animal que está cavando su propia tumaba, y de paso llevándose por delante unas cuantas otras. Pero a nadie le importa. Y encima, esa gente que presume de ecologista pero no sabe nade los ríos que le rodean aunque sí de la vida del oso panda te miran ojopláticos cuando les comentas que eres pescador. No les cabe en la su estrecha cabeza que pesques y al mismo tiempo ames la naturaleza. En fin, haremos lo que esté en nuestras manos e intentaremos disfrutar de nuestra curiosa forma de vida mientras podamos...
ResponderEliminar¡Saludos!