lunes

AZABACHE


El pescador a mosca es siempre un perdedor. No hay triunfo en el río. No hay vencedor. No hay premio o gloria o aplauso. Quién piense lo contrario se engaña, es tonto, no sabe nada del agua. Tal vez este sea el descubrimiento más importante y más impactante, cuando sientes esta certeza de muy joven: perder es la constante en el río, en la vida. Perder es el hilo que nos lleva siempre hacia delante. Da igual que hayamos tocado muchas truchas, grandes truchas o sea un día de bolo. Perdemos siempre y descubrirlo, qué sorpresa, nos da paz, provoca una sonrisa, hasta nos acaricia la felicidad. Perdimos por placer, sin importarnos esa derrota, sabiendo que vivir, pescar, es siempre perder un poco o mucho o casi todo. No es la pérdida de una propiedad o una posesión, de algo de verdad nuestro, sino de aquello que nunca hemos tenido aunque lo hayamos disfrutado o vivido o tocado. Más que perder, dejamos ir.

No hablo del pez, de capturar y soltar. Hablo del tiempo en libertad, el placer, el disfrute, la felicidad, lo grato de estar pescando, viviendo. Todo eso que es siempre inaprensible, no acumulable, no atesorable. Ni siquiera nos sirve el cofre de la memoria. Todo se escapa siempre como líquido o humo entre los dedos.

Ha subido temprano a un torrente muy sombrío y emboscado lleno de pequeñas pozas oscuras y un chorro de agua bastante limitado ya  por el tórrido Julio. Una trucha casi negra, con pintas muy anaranjadas ha subido a un pequeño trico de ciervo. Es una trucha preciosa. Huele a bosque y a musgo. Fuera del río hace un calor del demonio. Allí dentro hace fresco. Parece la temperatura que tuvo el paraíso. Bebe del mismo charco donde soltó la trucha azabache. Se come luego el bocadillo con hambre. Sigue pescando mucho tiempo. Clava una buena trucha dorada con una ninfita peluda. Cuando se va de sus manos le cuesta tener la certeza de que está aquí, sin vadeador, en camiseta, saboreando el frío.


Todo se pierde. Se nos escurre la vida por los días que pasaron. Pero estamos aquí. Estamos.


11 comentarios:

  1. Precioso, Ramón. No te canses de escribir y llevarnos de pesca.
    Emilio

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  2. Muy bueno. Quizá esa derrota constante nos ayuda a saber valorar las escasas victorias. Porque de vez en cuando sí ganamos. En el fondo creo que ese es el problema de muchos adolescentes hoy: no están acostumbrados a perder, a oír la palabra NO. Y cuando la escuchan por primera vez... Ya tenemos montado el dramón.

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    1. No te creas. Muchos adolescentes no hacen otra cosa que perder y ser evaluados (muchas veces con demasiado rigor consigo mismos) bajo una película de permisividad y aparente libertad hay mucho fracaso, competitividad y silenciosas derrotas. Así nació "Juventud Sin Futuro" por ejemplo. Es verdad que a muchos les educan sin conocer el "NO", pero hay miles que no conocen otra cosa que ese "NO" silencioso. Tenemos casi un 30% de fracaso escolar, ¿es eso responsabilidad de los chavales? Otra cosa es la cultura del éxito a toda costa que les hemos vendido...

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  3. Cierto Jorge, precisamente esta tarde he estado hablando con un amigo de eso, del problema de la escasa incorporación de chavales a la pesca y salio eso mismo: quite una de las virtudes de la pesca es esa, acostumbrarte a los tropezones.
    Emilio

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    1. Es verdad. Pescar es duro y no tiene una gratificación inmediata. Pero es que tampoco es muy "fácil" si lo comparamos con actividades de ocio más convencionales como el futbol. ¿hacer cotos o preparar tramos de río sólo para niños y adolescentes? ¿integrar la pesca junto a otras actividades escolares de naturaleza? Yo tenía un río a cien metros de casa lleno de truchas, salía del instituto y podía estar un par de horas pescando con facilidad. Además medía familia pescaba. Pero, un chaval que viva lejos de un río con peces "fáciles" o "abundantes" para pescar, y "salvajes" lo tiene hoy bien difícil. No es tanto los videojuegos o las otras actividades de ocio como que pescar hoy es muy complicado para un chaval que no tenga un padre muy pescador y con mucha paciencia (que no es mi caso).

      Tenías que liarte la manta a la cabeza (o liarnos) y pensar en cotos o escenarios o tramos o lo que sea que, siendo ríos de verdad, tuvieran peces y estuvieran reservados para menores de edad (y sus padres o madres), lugares bonitos, salvajes, cercanos a ciudades, muy cuidados, con muchos peces... en fin... un sueño. Para enseñar a pescar pero también ecología acuática y todo lo que el agua dulce limpia significa para los humanos...

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    2. Esa última idea es sencillamente genial. Zonas de río que en las que no se concedan permisos si no es para llevar a los hijos. Mejor eso que los "tramos para formación deportiva de pesca" que tenemos aquí...

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    3. Deberían ser las sociedades de pescadores quienes "empujaran" a la administración competente, quienes propusieran esa necesidad pedagógica de tener "cotos para pescadores niños".

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    4. No, si esos escenarios que contempla la actual normativa en Aragón son promovidos por sociedades de pescadores. Lo malo es que la mayoría de ellas son de las que enseñan que la única solución a la escasez de truchas es el cisternazo...

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  4. Me encanta. y dentro del encanto me maravillas con esta frase "Hablo del tiempo en libertad, el placer, el disfrute, la felicidad, lo grato de estar pescando, viviendo" magnifico amigo.

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