jueves

DON ESCAMAS DORADAS

Ernesto con Don Escamas Doradas

El barbo a mosca está de moda, quién lo iba a decir hace unos años, cuando el pionero Pepe Romero nos redescubría un pez que siempre estuvo allí, en nuestros ríos, pescado entonces a cebo pero no a mosca. Las truchas escasean o, mejor dicho, escasean las aguas limpias y poco degradadas o, simplemente, escasea el agua misma y el barbo lo resiste todo, las aguas sucias, la escasez de agua, la invasión de peces alóctonos que devoran sus puestas como los alburnos y percasoles o a ellos mismos como los bass, lucios, luciopercas o siluros. Ahora nuevos pescadores como el inquieto Carlos de Rey nos propone estrategias y materiales innovadores para tentar a los grandes. Hay empresas y guías que traen pescadores de toda Europa para pescarlos en Extremadura y se ha convertido en el preciado y precioso "bonefish" de agua dulce. Es un pez duro y luchador, astuto y desconfiado, que siempre da pelea al pescador y pone a prueba los nervios y los equipos.  Tenemos cientos de kilómetros de orilla "pantanera" para buscarlos pero a mi me gusta acercarme a ellos en los pequeños arroyos y ríos del país, pescarlos con equipos ligeros en paisajes más propios de las truchas: aguas limpias, paisajes quebrados y vegetación de ribera. Ya no son un sustituto de las truchas sino un pez estrella que brilla con luz dorada propia. Además no es difícil clavar buenos ejemplares, a veces algún gigante cabezudo comizo con picada de tiburón.

En muchos lugares de mi tierra y de otras tierras, en tiempos por fortuna ya pasados, el barbo era alimento. Se pescaban, mataban, vendían y comían, sobre todo fritos y luego escabechados para ablandar así el montón de pequeñas espinas que esconde su carne. Ahora todos o casi todos vuelven al agua, no tanto por conciencia o militancia de “captura y suelta” como porque ya no hay hambrunas de posguerra y los lugares donde se pescan no son aguas puras sino más bien lo contrario y nadie quiere envenenarse.


A mi hijo el pescador le gusta mucho pescar barbos. También a mi hermanita. Como no es mosquera utiliza de aparejo un buldó pequeño con un moscorro-trico por encima y una ninfa por debajo de la burbuja. En primavera, si el sábado toca trucha, el domingo barbo o viceversa. Pero luego, cuando la temporada truchera se va cerrando, el barbo sigue dando guerra y siendo el pretexto perfecto para salir al río o al embalse. “Escamas doradas”, como los llama Jorge, nunca defrauda.

Mi hermana y Don Escamas Dorado-Viejo

3 comentarios:

  1. A mi ego bloguero le encanta ver menciones por ahí. Pero si vienen de alguien a quien admira, es un gustazo.
    Tienes razón, el barbo siempre estuvo ahí. Somos muchos los que empezamos en la pesca tentándolos a cebo. Después la vida nos llevó a las truchas y éstas a la mosca. Finalmente, el ciclo de cierra y la mosca nos devuelve a los barbos.
    Un abrazo

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  2. Hay esos barbos!!!! La de veces que escuchaba a un amigo hablar de esos demonios endiablados que le aportaban color esos días de primavera y otoño. Yo también tardé en provocarlos a mosca, en mi blog tengo un escrito sobre mi primer barbo, no podía dejar de escribir las sensaciones que me dieron ese día. Esas Escamas Doradas, como nos gustan amigos ;-)

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  3. Me encanta este pez,, proporciona muchas alegrías a los que nos gusta pescar peces nacidos en su medio.
    Los peces de "segunda" , a mi entender, son los criados en piscifactoría.
    Ojalá que los barbos sigan hay por muchos años!!.
    Saludos.

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