lunes

CUENTO


ποταμοῖς τοῖς αὐτοῖς ἐμβαίνομεν τε καὶ οὐκ ἐμβαίνομεν, εἶμεν τε καὶ οὐκ εἶμεν τε. En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]. (Heráclito)

Vladímir Propp se dedicó a analizar los cuentos populares rusos y publicó en 1928 su “morfología del cuento”, descubrió que en todas los cuentos populares se daban unos pocos sucesos o "funciones narrativas" recurrentes. Su libro fue muy importantes para el antropólogo Claude Lévi-Strauss y el semiólogo Roland Barthes. En otro lugar del mundo Carl Jung, el brillante y rebelde alumno de Freud, también el más viajero, definió “los arquetipos y el inconsciente colectivo” un sistema de referencias común a toda la humanidad. En Italia el maestro Gianni Rodari escribió su famosa “Gramática de la fantasía”, con herramientas y técnicas sobre el arte de inventar historias. Joseph John Campbell, el mitólogo y escritor yanqui escribió en 1949 “el héroe de las mil caras” un asombroso estudio sobre los mitos en las diversas culturas del mundo que desvela los temas universales y eternos que hay en todas ellas. Además introdujo “el viaje del héroe” como el mito de todos los mitos. Y otro americano ahora famoso, Charles Vogler, escribió hace poco “El viaje del Escritor” con trucos para que guionistas, dramaturgos y novelistas pudieran usar las estructuras míticas que están en casi toda la literatura del mundo desde el principio de los tiempos y que a todos nos conmueven por igual. Recuerdo ahora a estos grandes tipos porque en las aventuras que vivimos en los ríos están todas las aventuras y en las palabras que las describen están los mismos sucesos o funciones narrativas de todos los cuentistas. Siempre se dijo que un pescador era un fabulador y un cuenta cuentos.

Todos soñamos con el viaje, la aventura, la sorpresa y el asombro. Deseamos romper con nuestra máscara de sedentarios oficinistas y vivir, despojados del disimulo y el aplazamiento, en nuestra verdadera naturaleza de nómadas. Y luego volver pero siempre recordarlo, guardarlo en la memoria, escribirlo y saber hacerlo. Parece fácil, posible, hasta asequible pero nunca lo hacemos, como mucho nos disfrazamos de turistas, compramos un paquete bien seguro de aventura y volvemos sin contar demasiado, sin escribir casi nunca, recordando lo obvio, atesorando fotografías clónicas y experiencias que tienen bien poco de auténticas. Es cierto que desde que Ulises salió de Troya camino a Ítaca todos los viajes son ese viaje y todos las historias, narraciones y relatos son siempre el mismo cuento, pero eso no nos ha quitado las ganas de salir a vivirlo y a desear contarlo. Mi forma de viajar de verdad han sido y son los ríos. Ellos me permiten vivir la verdad del viaje, su incertidumbre, peligro, cansancio, placer, riesgo, sorpresa, maravilla, premio, encuentro, descubrimiento y conocimiento. El pretexto es ir a pescar pero nunca los peces son la energía que me impulsa y mi forma de pesca tiene siempre más de camino largo que de contemplación sedentaria. Los ríos salvajes son mi lugar de plenitud pero en ellos no busco ningún éxtasis místico, ninguna felicidad garantizada, ningún misterio sagrado al que agarrarme ante las incertidumbres catastróficas de nuestro futuro sino una forma de hogar. Luego cuento mis pequeñas aventuras de pescador. Experimentar la aventura es importante pero también explicarlo, contarlo, traducirlo a palabras, escribirlo, no desde el egoísmo del atesoramiento de momentos y fotografías sino por la generosidad de compartir con otros el secreto. Y el gran secreto es el río, de él nacieron todas las historias, todos los cuentos.



2 comentarios:

  1. Si hubiera tenido que reflejar lo que es la pesca y el río para mí, no podría haber encontrado mejores palabras que las que tú has utilizado. En lo que Ortega fue, no estamos de acuerdo, sin embargo, sí lo estamos en lo que es pescar y lo que son los ríos. ¿A quién le importa Ortega?. ;-) . Estupenda entrada desde tu cueva negra, Ramón.

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    1. Ortega me importa lo justo, como filósofo, paso. Como personaje, mucho. Hasta le metí en una novela... Personajes así hacen falta, chulitos listos, oradores buenos, pensadores de la política sin más ambición que la de ser entendidos (y tal vez ligar)...

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