Le cuento a mi hijo el pescador que "el río de la vida" es profundo, oscuro, transparente, grande, solitario, difícil. En él habita "Sombra" la trucha sabia y grande que persiguió mi abuelo y ahora persigo yo. Desde las Tres Juntas hasta el Puente Viejo. Son muchos kilómetros y muy duros pero a mi hijo el pescador le gusta ese paseo. Un día, estoy seguro, escribirá sobre estos días de sol, de lluvia, de ríos.
Hace poco le leí una página de Norman Maclean:
- A ti te gusta contar historias verídicas, ¿verdad?- dijo.
- Sí, me gusta contar historias que sean ciertas.
Entonces me preguntó:
- Algún día, cuando termines tus historias verídicas, ¿por qué no te inventas una, incluidos los personajes? Sólo entonces comprenderás lo que pasó y el porqué. Los que se nos escapan son siempre aquellos con quienes vivimos, a los que queremos y a quienes deberíamos conocer.
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