martes

MADRUGAR


Hay pescadores de mañana o de atardecer. Nosotros, mis hermanos y yo, siempre fuimos pescadores de mañana, cuando ni siquiera se adivina en el horizonte que saldrá el sol. Más de una vez y más de dos nos ha tocado esperar el amanecer a pie de garganta y luego otras tantas veces nos ha sorprendido la noche por la senda de vuelta. Nos gusta el lance y también la pesca a mosca. El lance de mañana, la mosca al atardecer.

Recuerdo cuando tenía menos de dieciocho años y, sin carnet de conducir, me levantaba a las cinco de la mañana para llegar el primero a “las Pilas de Collado”. Me tocaba caminar de noche unos cuantos kilómetros con las botas altas puestas y la caña preparada, hasta con el señuelo atado, sin miedo a los perros ladradores ni a los espectros y fantasmas que se adivinaban en la oscuridad cerrada del campo.

Llegaba a la garganta siempre antes que Sinesio, el ferretero que me vendía las cucharillas y los sedales en el pueblo y que apreciaba como yo esa parte de Pedro Chate llena de truchas grandes y charcos hondos. Pero a veces él llegaba en su coche cuando yo enfilaba la última curva que me baja al agua. Corría entonces desesperado los últimos metros, cruzaba el agua medio a oscuras y pescaba deprisa y sin dejar huella los primeros cien metros hasta tener la certeza de que no me vería tapado por los sauces, los robles, las altas cicutas y conservar así mi ventaja.

Seguía pescando hasta el Lago de Jaraíz y luego, ya por la tarde, de vuelta al pueblo, de nuevo a pie tras el día entero de pesca.

Sigo madrugando, no puedo evitarlo. Levantarme a las nueve para ir a pescar me parece una terrible herejía. A mi hijo el pescador tampoco le cuesta madrugar y sé lo difícil que es para un niño levantarse a las seis un sábado o un domingo.

Pescar esos primeros momentos del amanecer es un placer especial. A veces siento que tengo menos de dieciocho años y miro para atrás, por si aparece el pobre Sinesio y me dice que espere, que ahora le toca a él pescar el primero, por una vez en tantos años.

2 comentarios:

  1. Hola. Recuerdo cuando era pequeño y veía en Pedro Chate, en el Charco del Curato, a los pescadores con esas cañas de 5 metros pescando al "tiento", con sus costeras llenas de truchas enormes. ¿Que ha pasado con ellos? Hace como 15 años que no veo ni a unos ni a las otras.

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    1. Esos pescadores se han extinguido, como las grandes truchas salvajes de esa garganta, lixiviados venenosos del tabaco y de los frutales, extracción de agua en época de estío, pescadores con muerte, contaminación por mal funcionamiento de depuradoras...

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