jueves

HORCHATA

Mañana de experimentos. De jugar con la minicaña naranja, tan poco mimética y probar el repertorio de bichos montados en las tardes de domingo del invierno. Funcionó bien el “saltamonster” de foam y una ninfa con cabeza negra, cuerpo de avestruz y cola de silicona. Los barbos más grandes al bicho insumergible, los más pequeños a la ninfa marciana. También fue bien una moscorra clásica montada en anzuelo de pata muy larga con el cuerpo en pelo de liebre y las alas en comparadun de ciervo. La caña forzada al máximo y sin talón de combate con el que descansar el brazo. Los norteamericanos han pescado durante muchas décadas salmones con caña de una mano y línea cinco en ríos pequeños, eso sí, jugando a correr por la orilla arriba y abajo para hacer piernas. Hay ríos de tinta en viejas revistas yanquis sobre si caña de una mano o de dos manos porque con dos manos “eran muy fácil pescar”… claro que eran otros tiempos, con muchos salmones en el agua y pescadores con bíceps de leñador de hacha.

No tardo más en sacarlos con la mini-caña que con la caña ortodoxa y los peces salen disparados en cuanto les libero así que se agotan lo mismo. Otra cosa sería esa misma pelea en un embalse donde pueden sacarte el sedal de reserva en una carrera loca hacia el tapón del fondo, pero en un mini-río me gusta mucho la mini-caña con un mini-carrete para los maxi-barbos. Me ha sorprendido el glass, la fibra de vidrio hueca, nada que ver con el carbono y su familia. Blandas, lentas, muuuuuuy flexibles. Es la sensación del bambú pero con mucho menos peso. Entiendo ahora a los pescadores frikis de “glassmanifesto.com” y su apología intensiva de esta fibra retro que admite mucho colorín pop.

De todos los sacados no se me va a olvidar este. Ví sobre todo su morro blanco, lancé delante y subió lento desde el fondo hasta chupar un saltamonster como quién bebe  horchata con pajita. Luego no se volvió loco refregándose con el fondo sino que corrió seguro tabla arriba y abajo hasta que pude arrimarle sin problemas a una orilla suave de limo y juncos. Estaba sólo, como siempre que toco peces buenos y la foto es también como siempre guarripé, pero la buena foto la tengo en la cabeza, ese instante horchatero tras mirar un segundo al bicho en un si o no que se me hizo eterno.


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