La brevedad no le angustia. Antes sí. Se siente un hombre
afortunado ya sólo por estar, por existir, por poder seguir un poco más y tocar
río, por haberlo tocado una año tras otro durante treinta años. Tiene muy
presentes a quienes ya no están y eran más jóvenes, mucho mas que él ahora.
Tampoco le sorprende ya la facilidad de morir que tenemos todos, aunque nos
sintamos siempre tan inmortales dentro de la modernidad de todos estos
presentes sucesivos. Tal vez por eso le gusta que el río siga vivo,
resistiendo, invulnerable a los maltratos y él ahí, otra vez.
Es tan breve este abril. O tan pocos los días de libertad para
bajar a esos pequeños ríos olvidados. Pocos saben del disfrute intenso de estar
allí. Ese verdor furioso, la temperatura suave, la luz tamizada a veces por
retazos de nubes finas, el sonido del agua. A cada paso un detalle que nos
embriaga, agradecido por saber algo, por haber aprendido a mirar, por entender
un poco que hay detrás y porqué y desde cuándo. El pescador quiere aprender y
aprehenderlo todo para llenar una biblioteca entera de toda esa vida y poder
repasarla luego en el futuro, pero eso no es posible. En la memoria quedara
bien poco. Aún así suficiente. Sobre todo el deseo de volver, de conjurarse
para poder hacerlo todos los años que le queden por vivir. Se siente ligero
siempre, flexible, atento, muy despierto, con los sentidos latiendo de otra
forma.
Luego, sentado unos minutos, agradece el cansancio. Que el cuerpo
le diga, masticar con hambre, beber con mucha sed y saber que en unos minutos
volverá a levantarse a caminar haciendo equilibrios por los filos de las
pizarras y las piedras pulidas, acechar los peces, estudiar sus paseos, lanzar
el señuelo, seguir río arriba. No le gusta estar quieto aunque saque durante un
rato muchos barbos allí, quiere conocer nuevos rincones, mirar otras
corrientes, pisar una ribera nueva de la que no sepa nada y que sea su memoria, la del hijo pescador, quién se encargue de hacer su biblioteca de días y de ríos.
Excelente relato. Muchas gracias por compartir. Saludos Javier. Asturias
ResponderEliminarUn placer leerte.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus regalos.
Desde Burgos.
Daniel