Existe hoy la duda de si alguna vez en la historia del planeta
Marte hubo ríos. De si esas cicatrices enormes, idénticas a un cauce seco,
estuvieron en un tiempo remoto llenas de agua. Si al final los científicos
demuestran que en efecto fue así, debería cambiar el tratamiento que damos a
nuestros ríos, nuestros mares o al cambio climático.
Aunque muchas personas educadas en este 2016 todavía creen en la
religión, lo sobrenatural o los milagros, la ciencia se ha colado bien hondo, y
esperemos que de forma irreversible, en todas nuestras cabezas. Durante muchos
siglos, y gracias a miles de científicos y a sus descubrimientos, sus
explicaciones e
investigaciones sobre el mundo se han popularizado hasta ser patrimonio de
todos, aunque sea muchas veces de forma básica y nos perdamos las sutilezas,
prevenciones y matices de los análisis que hacen o hicieron los hombres y las
mujeres de ciencia.
Todos podemos explicar cómo y porqué nacen los ríos en las altas
cimas de las montañas. Desde bien pequeños nos contaron el llamado “ciclo del
agua”, su lógica y sus bases empíricas. Sin embargo hubo un tiempo no tan
lejano en que todo esto era una incógnita. Asombran por ejemplo las pesquisas
deductivas e inductivas de Leonardo da Vinci. En su época los “sabios” más
avanzados, él incluido, pensaban que había redes de ríos subterráneos,
semejantes a los ríos de superficie, que por diversos sofisticados o exóticos sistemas
llevaban el agua hacia lo alto. Leonardo no da con la clave pero se encargará
de desmontar en sus manuscritos todas las explicaciones de la época sobre cómo
y porqué el agua no podía fluir hacia arriba por esos misteriosos ríos
subterráneos que también dibujó. La verdad es que sus palabras y su lógica asombran y es la de
todo un científico del siglo XXI. Sin embargo no pudo dar con las claves de
algo que a nosotros nos parece hoy tan obvio y hasta tan tonto como el ciclo
del agua.
Tenemos la ciencia metida en la cabeza. Se han popularizado sus
tesis y también sus certezas en muchos de los campos del saber. No hay
periódico o revista o televisión que no cite o nombre o se asombre o explicite
cada día un nuevo descubrimiento o avance científico. Sin embargo muy pocos de
nosotros podríamos explicar con precisión y buenos argumentos todo lo que en
apariencia damos por sabido. Ese ciclo del agua por ejemplo, que vemos tan bien
representado y dibujado en los libros de texto en los que estudiamos, y ahora
en los libros de todos nuestros hijos, no es un ciclo tan obvio o tan fácil, no
somos ahora, con todo nuestro saber sobreentendido, mejores científicos que el
viejo Leonardo haciéndose preguntas a finales del siglo XV sobre qué era un
río, porqué fluía o de dónde venía tanta agua.
Hoy sabemos que no hay nada tan frágil como un ecosistema
acuático. Ese ciclo del agua podría romperse y ya se está rompiendo en muchos
lugares del mundo. ¿Nos pasará como a Marte? ¿cuándo todos los ciudadanos
entenderán lo obvio? ¿cuándo comprenderemos de verdad sus consecuencias?
¿cuándo cambiaremos nuestra forma de vivir para evitar el desastre?
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