Hablo de todo
esto con mi hijo. No tiene buena prensa "ser pescador" en su colegio.
También yo me
encuentro con gente que considera la pesca una actividad ridícula: enganchar pececitos con un palo, un hilo y
un anzuelo para luego soltarlos. Suelen ser personas que orientan su vida
hacia todo lo “productivo”, hacen cosas “de utilidad”, con “provecho material”,
sean amigos, deportes o lecturas. Les importa hacer contactos, tener una buena
agenda, estar en la tendencia. La cultura del logro social y económico frente a
la cultura del logro personal e íntimo, tan poco de moda.
No es más
ridículo pescar que jugar al golf o al futbol, pero en la soledad del río no se
hacen negocios ni se siente uno masa fanática.
Hace miles de
años fuimos pescadores y cazadores. A algunos se nos quedó el gen resistente,
el residuo, la memoria ancestral de todo aquello y nos sentimos bien aquí,
metidos en el río, en la soledad de esta mañana, imaginando donde estará la
gran trucha negra que se suele esconder entre las raíces hundidas del sauce
viejo.
Otros, más
modernos, más evolucionados, le dan a la pelotita con un palo para meterla en
sucesivos agujeros en la hierba o ven en la televisión como veintidós tíos
intentan empujar con el pie a una pelota grande contra dos sacaderas cuadradas clavadas
en el suelo.
Aunque lo que es de verdad ridículo es empujar el progreso hasta agotar el mundo, lo ridículo
es ser el responsable de usuras y crisis globales que conducen al hambre, la
pobreza y la amargura a miles de personas, lo ridículo de veras es ocupar todo
tu tiempo en lograr más dinero o más poder. Ya no es tiempo de seguir creciendo
sino de ir decreciendo. El progreso es otra cosa. Más pronto que tarde Gaia se
va a enfadar y seremos entonces una especie extinta, unos fósiles enterrados
entre chatarra y deshechos, ridículos.
He visto a la
trucha negra salir de su refugio. Lanzo el trico por encima. Olvido el ruido de
las palabras. El pescador que fuimos desde hace miles de años se despierta.
Touché. Cada entrada supera a la anterior y en todas 100% de acuerdo. Me encanta este blog... Saludos!!
ResponderEliminarMuchas gracias Mario.
ResponderEliminarA ver el sábado en el Tietar... y luego el domingo en Alardos. Me resisto a usar el cañuto del 7, aunque los barbos sean grandes allí, o la ninfera de 10 pies para pescar al hilo una truchillas en esa preciosa garganta, por desgracia libre y con muerte... Ahora ando todo el día con una 8 línea 3 de seda paralela. Carrete sin freno. No la siento en la mano, pesa nada y no sujeta los peces peor que un palo de escoba aunque se doble como un junco. Cada caña tiene su momento en la vida, supongo.
Simplemente genial. La gente debería empezar a ver la viga en el ojo propio antes que la paja en el ajeno. Y es que, como bien dices, la nuestra es una actividad ancestral mediante la que podemos entrar en contacto con todo aquello que nuestra especie fue antes de convertirse en una devoradora implacable de recursos (materiales y humanos) que parece empeñada en destruir el planeta que le acoge. Pero sabemos quién ganará en esa lucha, porque todo el daño que le hace el hombre a Gaia en realidad se lo está haciendo a sí mismo, pero notablemente incrementado.
ResponderEliminarSuscribo lo dicho por Mario. Tu blog es, en una palabra, sublime.
¡Saludos!
Me siento muy identificado con tus palabras. ¡¡ Magnificas todas tus entradas, dando siempre en el clavo !!
ResponderEliminarUn abrazo
Genial. Enhorabuena.
ResponderEliminarNo se qué haces perdiendo el tiempo en pescar escribiendo como escribes. Esta última entrada es, sencillamente, genial. Incisiva, clara y ajustada a la realidad.
ResponderEliminarPor eso, porque hay mucha gente que nos ve ridículos cuando ridículas son muchas de las cosas cotidianas, con tu permiso voy a compartir tu artículo.
Un saludo
Carlos
Enorme relato, si señor. Muy identificativo para todo nuestro incomprendido sector.
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog, muy conseguido.
Un saludo,