martes

CAMINAR



Anduve tentando a las truchas grandes con la caña de lance y un pececillo de dos gramos. El hijo pescador se fue con sus tíos y yo me bajé solo a mis charcos. Según lanzaba, en la orilla de enfrente, una cochina con sus rayones me gruñía, el martín pescador pasó como una chispa azul y la pareja de azulones dieron dos vueltas sobre mi antes de buscar un posadero río arriba. La vida también es esto, estos instantes que ahora existen aquí porque yo estuve allí.

Pero el pescador huye de cualquier bucolismo. Uno no es demasiado contemplativo. No puedo estar demasiado tiempo en una corriente o una tabla, me gusta ser un "pescador andante" como diría Guy. Hoy necesitaba el ritmo andarín de la caña de lance más que el caminar pausado de la mosca.

Luego, ya en casa, haciendo unos pocos tricópteros de pelo de corzo recordaba cada trucha de día y le contaba al hijo pescador cómo a veces pescamos más con las piernas que con la caña. Él tiene buenas piernas, nunca se cansa y yo espero no cansarme nunca antes que él. 

Quién piense que pescar es algo descansado que se venga con nosotros un día…

1 comentario:

  1. Esta es la pesca que me gusta explicar a los que solo ven nuestra afición como una actividad de poco movimiento, casi sedentaria.
    La imagen del pescador medio recostado en una silla con los ojos adormilados mientras un corcho se mece al son del agua, es la más habitual en la mente de los no pescadores.

    Enhorabuena, lo has expresado de maravilla.

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