sábado

2018


Paseo por la orilla despacio. Sopla por fin un viento helado. Grandes bandos de grullas bajan a descansar en la llanura que aún no ha cubierto el agua del embalse. Recojo del suelo un trozo de roca oscura que se ha desprendido de un risco de pizarra. Se trata de un fósil de trilobites del Ordovítico. En otro tiempo esto era un mar y aún no existían los peces que hoy he venido a pescar.
La llamaron explosión Cámbrica porque en una decena de millones de años el mundo se pobló de vida de una forma tan rápida y exuberante como nunca ha ocurrido. Pero hace unos 450 millones todos los extraños seres vivos que habitaban el mar y más de cien familias biológicas se extinguieron. El ochenta por ciento de toda la fauna de la tierra se hizo nada. Esa vez no fue un enorme meteorito o volcanes gigantescos opacando los cielos. Quizá fue por la radiación gamma de una enorme supernova que reventó en la galaxia o una repentina glaciación que congeló el agua, aún no se sabe con certeza. Pero desaparecieron del mar los grandes depredadores como los escorpiones marinos gigantes que podían pesar más de cien kilos y muchos otros animales que hoy nos parecen fantásticos, como de otro planeta, dejando nuevos huecos biológicos que ocuparon los primeros peces y luego los anfibios y luego los reptiles y luego los mamíferos y luego...
Mis pasos suenan demasiado en los guijarros de la orilla y los barbos huyen mucho antes de poder acercarme a lanzar el escarabajo de plumas que tengo atado al final de la seda. Muchos biólogos pesimistas estiman que estamos a las puertas de una nueva extinción masiva del Holoceno, esta vez por causas humanas. No es ningún secreto ni ninguna hipótesis descabellada que al actual ritmo de destrucción humana de la tierra en cien años se habrán extinguido la mitad de las formas de vida que hoy conocemos. Eso sin contar los efectos imprevisibles del cambio climático ¿Acabaremos convertidos en un trozo de piedra gris como este trilobites? ¿quiénes ocuparán el hueco que dejamos?
Pero imaginar el tiempo en millones de años es sólo un juego de paleontólogos aficionados o de pescadores distraídos. La vida de cada cual se desenvuelve en una diminuta ventana de tiempo de menos de ochenta años. El antes o el después no existe salvo que también juguemos un poco con la imaginación o la memoria. La vida en el presente es lo que importa y el precioso tiempo es esta chispa cambiante en la que cabalgamos a veces muy deprisa y otras con lentitud de astros o de grullas o de peces de nadan alejándose. Así que hoy quiero pensar porque sí o por orgullo, inteligencia, sensatez, prudencia o porque sería una traición dejar la tierra tan arrasada para los que vendrán luego y no conoceremos, quiero pensar y desear que cambiaremos nuestra forma de vivir y derrochar, de aniquilar el mundo con tanta conciencia e inconsciencia y propiciar una nueva extinción como esa tan antigua que he leído en el fósil. Los pescadores siempre somos optimistas. Siempre hay un pez que no se aleja, la orilla nunca se acaba, el día es largo y el tiempo el único tesoro que nos cabe en los pequeños bolsillos del chaleco.

(…el pez volvió al agua…el fósil se quedó en la orilla…)



2 comentarios:

  1. Todo pescador es muy optimista, no ha terminado un día de pesca y ya está pensando en lo bien que le irá en el siguiente...

    Te deseo un feliz 2017 a ti también Ramón.

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