ANZUELO
Usamos anzuelo sin muerte, dejamos libre al pez.
Sin embargo, en la vida, los anzuelos que nos proponen con palabras atractivas y bien cebados de sueños adecuados, promesas difusas y futuros de purpurina, tienen arponcillo y será muy difícil arrancárnoslos.
Le digo al hijo pescador que deberíamos ser como viejas truchas precavidas y ver el anzuelo afilado detrás de plumas de colorín y los tiseles tan brillantes.
ojalá fuésemos como esas viejas truchas que tu dices, ojalá... Un saludo compañero
ResponderEliminarComo siempre, sencillas pero profundas reflexiones.
ResponderEliminarGracias por compartirlas en este fantástico blog.