(Pintura de Diane Michelin)
Qué mejor
fiesta de cumpleaños que subir esta tarde al río a burlarse de los calores
africanos. Se mete uno en el agua hasta por encima de la cintura, ata una
mosquita paja de alas pequeñas y lanza a las cebas del Tormes.
Hoy no estaré
solo. Hay más mosqueros desperdigados por el río, pero no me importa. No se
trata tanto de pescar como de ejercitar el compás del lance, probar las moscas
que hicimos y olvidarse por un día del calor agosteño. El arte por el arte, una
ocupación “inútil” como me dicen algunas veces, una forma de “perder el tiempo”.
Pero hoy
quiero eso (y siempre que estoy en el río), perder el tiempo, que las horas se
vayan corriente abajo, se vuelvan transparentes como el agua, se sumerjan en el
fondo con las algas y las piedras suaves del lecho. Hoy cumplo años y son los
años los que se pierden, inútiles en su acumulación, su peso y su simbolismo,
río abajo.
Juego con la
seda a hacer ochos y falsos lances lentos, enredo con un pequeño “estrimer”
rosado y plata, meto la mano en el agua para tocar la corriente, la trucha ya
libre, la felicidad del tiempo derrochado.
Hay seis o
siete mosqueros en la tabla, cada uno en su proustiano “tiempo perdido”,
miembros del club de “los faltos de cariño” que diría Manu Leguineche, que
prefieren el agua fría a las playas abarrotadas, el tacto de la seda a esa
arena caliente y pringosa de los “ociosos solanáceos” que diría otro poeta. Cualquiera
que nos vea, tan mayores, tan serios, aquí metidos en el río, tocando y
soltando truchas con pocas alharacas aunque alguno, yo mismo, no puede
contenerse y suelta algún “huy” cuando una grande se escapa o cuando falla el
clavado. Cualquiera que nos vea no entenderá nada, dónde está el secreto, el
sentido, el gusto. No leerá en el agua aquello de Manrique, que todo el tiempo
se pierde y se escurre río abajo, que todo es vanidad menos este presente.
Somos miembros
de una hermandad milenaria, pescadores del mundo, cómplices de la pureza del
agua, el aire, la tierra, el mar, el tiempo en libertad, los peces vivos. Qué mejor
forma de pasar un cumpleaños, pasados hace tiempo los cuarenta, que aquí.
Felicidades por la fiesta de cumpleaños en el Tormes, y por "ganar" ese tiempo doblemente: Pescando y narrando.
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog.
Luis Trujillo.
Gracias Luis. Se pasó bien. Muchas cebadas y alguna tocada.
ResponderEliminarY muy fresquito.