Todos los
pescadores de cierta edad tenemos guardadas algunas “naturalezas muertas”,
bodegones fotográficos que entonces nos parecieron bellos y al poco mostraban
su estampa sosa, opaca y triste.
Me gusta
mucho Courbet, su realismo exuberante de cuerpos de mujer desnudos (imposible
olvidar “el origen del mundo”) y también esta trucha, aunque esté muerta, recién
pescada en el río Loue. Conozco dos pinturas más con truchas pescadas con caña
y pintadas por el bueno de Gustave que ví en París en el D´orsay. Courbet ha pintado aquí hasta el
hilo para que no confundamos su trucha con otros peces cogidos con red u otras
artes.
Hay días de una sola y días de tocar muchas.
Recuerdo días de cien truchas en la orilla izquierda del
Kultsjöan, junto a mi hijo el pescador, hace apenas un año y días de una sola en la parte baja de Jaranda
esta temporada. Sin embargo siento que ambos días fueron igualmente felices. No
es retórica. Es que la felicidad, siempre esquiva, prendida en un instante, es
extraña.
O tal vez sea yo el extraño, porque me hace feliz algo muy
simple.
(Pintura de Diane Michelin)
No es extraño. O yo también lo soy. ¡Saludos!
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