La pesca a mosca en España sigue siendo
una cosa masculina. Mis amigas Ruth de Jarandilla o Maite de Soria son las
únicas pescadoras que conozco. El deporte en general y sobre todo el deporte
mediático sigue teniendo un perfume (o una peste) machistoide importante. Ahí
está el fútbol y sus opiáceas circunstancias. Aunque luego en las olimpiadas las deportistas demuestren que ellas son las que consiguen más medallas y más
espectáculo.
¿Deporte femenino en la TV?, nada.
¿Fomento del deporte en las escuelas e institutos?, mínimo, salvo excepciones,
salvo la peste del fútbol. Los
chavales y chavalas tienen una asignatura críptica denominada: “educación
física”, con sus clases teóricas y sus dos exiguas horas semanales. La obesidad
infantil comienza a ser un problema. Los especialistas comienzan a considerarlo
ya una epidemia.
Mi hijo el pescador vive en una ciudad de
ciento cincuenta mil habitantes, ¿cuántos de su edad apuntados a futbol en las escuelas
deportivas? unos miles, ¿apuntados a tenis?, unas docenas, ¿apuntados a rugby?
diez chavales. Y así el resto de deportes.
¿Y las chicas? Aún menos.
Hay excepciones claro, entre los millones
de habitantes que somos, hay brillantes y heroicas excepciones que han
destacado con luz propia en las pasadas olimpiadas de Londres. Pero para la
mayoría el deporte es algo que practican otros, otras.
Temas como la educación en igualdad o la coeducación
se quedó en la teoría y nunca pasó a la práctica. Hoy, hasta se olvidó esa
teoría borrado lo poco que quedaba de ella en “educación para la ciudadanía” o
en las praxis pedagógicas de los coles, las escuelas de padres, los referentes en
la ficción, los ejemplos sociales públicos...
Aún así soy optimista y siento que la
cosa irá cambiando. Sobre todo por los padres y madres que propician y muestran
a sus hijos e hijas que hay vida y diversión más allá del futbol, que no
distinguen (ni discriminan) entre el niño o la niña a la hora de llevarles al
río con la caña. Seguro que en la generación de mi hijo el pescador habrá
también pescadoras.
(Fotografía de Claire Barret)
Tienes toda la razón compañero. Es una lástima que no se fomente más el deporte (excluyendo fútbol o incluso baloncesto) entre los jóvenes, especialmente entre las féminas. Igual que una lástima es también que no haya más compañeras pescadoras en nuestros ríos. Con lo bien que suelen hacer todo seguro que nos acababan enseñando a pescar a sus maestros.
ResponderEliminarYo de momento llevo a mi chica de vez en cuando a pescar, aunque ella no quiere coger la caña: siente demasiada lástima por el pez cuando está luchando al otro lado del sedal.
¡Saludos!
Bueno, dile a tu chica que al fin y al cabo nuestro peces vuelven al agua vivos y sin daño. La merluza en salsa verde o las gambas a la plancha no tienen tanta suerte... ;)
ResponderEliminarCierto, jeje ;-)
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