jueves

DOS


Vienen los dos esta tarde, más allá de las siete, en plan concurso familiar. Se pican, se chinchan, rivalizan sobre quién cogerá más y el más grande. Vocean, se cruzan a veces las líneas, se enrabietan con los líos, los enganchones, los percances.

Luego la tarde va calmando los ánimos, van saliendo los peces, cada cual se va metiendo en su tarea de agua y en su ritmo interior con el lanzado. Las dos horas se alargan y uno siente el privilegio de este tiempo. No hay más tiempo que este, esta suma de presentes que vamos guardando luego en la biblioteca desordenada de la vida. Ellos aún no lo saben.

Ojalá sigan pescando, piensa uno, ojalá  descubran los secretos del agua y de los peces. Ojalá haya otras tardes como esta, largas, de verano, de estar juntos sin pretextos.

Los peces salen luego nadando muy deprisa a lo profundo. Nos alegra dejarlos escapar de nuevo libres. Y libres ellos, ojalá libres siempre y con tiempo y con ganas de compartir una tarde de pesca y de verano.

Hoy, que dudo de todo, que todo es incertidumbre, crisis, desaliento, en tardes como esta la felicidad es muy tangible, larga, consistente. Y yo no digo nada, no la nombro, ni siquiera la guardo, la dejo que se vaya con los peces. Y que siga viviendo, como ellos, en el agua.

2 comentarios:

  1. Esperemos wue tus hijos tengan la suerte de seguir pescando y todos tengamos la suerte de que los problemas se vaya, por fin y para siempre, a lo más profundo...

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