jueves

EDUCAR



(Acuarela de Kendahl Jan)

Me cuenta un amigo yanki que en la escuela de su hijo le enseñan a pescar a mosca, además de lo típico allí: el atletismo, el baloncesto, el futbol americano. Aquí parece que el único deporte que existe es el futbol. Aquí los niños, las niñas se pasan un montón de horas al día sentados en una silla, ante una mesa, unos libros, un profesor o profesora que les pregunta, les hace exámenes, les manda deberes para casa y así pasan otras cuantas horas sentados en una silla, ante una mesa y un papel. ¿Estamos educando oficinistas aplicados? Una amiga experta en la Institución Libre de Enseñanza me explica el interés que tenían los profesores entonces por sacar a los chicos de las aulas y llevarlos al campo, a los museos, de viaje. Mi abuelo, un joven profesor, participó de aquella maravillosa revolución pedagógica. No queda nada de todo eso. Profesores con miedo a las nuevas tecnologías, chicos y chicas que saben más que ellos, 30% de fracaso escolar. Esa chorrada de prestigiar el esfuerzo por el esfuerzo, el respeto reverencial, el echar horas y horas en estudiar, la memoria aún… cuando esta es la generación más lista, más informada, más trabajadora, más despierta y capaz, más políglota… Y en lugar de darles alas se las cortan, en lugar de incentivar la creatividad, la curiosidad, la imaginación, la participación, la discusión, la iniciativa... Se les tiene siete u ocho horas bien sentados, callados, inmóviles, obedientes. El hijo pescador dice en el cole: me voy con mi padre a pescar truchas a Laponia. Y le miran como a un marciano. Huy pescar, que primitivo. No está bien, hay que respetar a los animales. El hijo pescador no se rinde y cuenta que estuvo el sábado en un curso de montaje de moscas con Pablo Castro Pinos. Le dicen: ¿Y no te da asco tocar las moscas?.

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