(Pintura de Diane Michelin)
Mi hijo el pescador me cuida. Dice: no pises ahí que esa piedra resbala.
¿Cómo puede lanzar tan bien? ¿quién le ha enseñado? Yo no. Yo soy un mal maestro, no tengo paciencia, no se explicar las cosas.
No le sale bien el lance “de pecho”. Sedal muy fino, fuerza en el brazo y soltura en el dedo índice. A veces le sale este lance y se sorprende. En Jaranda puedes lanzar como te de la gana pero te metes en Pedro Chate y estás en la selva. Conozco el Amazonas y es más o menos lo mismo. Helechos arborescentes, sauces traidores, ortigas de dos metros, zarzas liana que atraes como un imán. A la altura de Garganta la Olla han hecho una pasarela con barandillas de madera para que los turistas contemplen de forma civilizada la belleza la naturaleza. Esa manía de civilizar la naturaleza.
¿Pican, pican? Pregunta uno de los turistas. El hijo pescador se hace el loco. Hace visera con la mano y espera. Yo también he visto el avispero grande que han hecho las avispas bajo la barandilla. Me da pena el tipo, lo mismo tiene alergia. Le digo. Si, suelen picar porque tiene un avispero a medio metro de su cara, tenga cuidado. El turista se da la vuelta y sale corriendo. Civilizar la naturaleza tiene sus riesgos.
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