jueves

PELUQUERO



Siempre buscaba el sedal más fino y a la vez más resistente, que fuera como el acero y además invisible. Luego el señuelo infalible, la mosca mágica, la piedra filosofal del pescador. Luego el instante perfecto, la hora en la que las truchas se vuelven locas y pican a cualquier cosa. Ya no busco más magia que la que contemplo junto al agua. Todos los días de pesca son perfectos. Tener a mi lado al hijo pescador, contemplar su lance, su concentración su sonrisa. Suena el agua fuerte, huele a romero seco, seguimos las huellas de los jabalíes por la orilla. Recuerdo cada rincón de este río. Tomamos el bocadillo al sol sobre el cancho grande del charco “la Vena”. El musgo seco es como una alfombra. Le digo: Aquí vi sacar al peluquero una trucha enorme, casi no podía con ella. Yo tenía tu edad, once años más o menos.
Recuerdo el instante con una nitidez cristalina. ¿cómo ha podido pasar tanto tiempo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario