martes

PENSAR

(Pintura de Gibby Rowan)

Nuestro cerebro no para de recordar, procesar, planificar, imaginar, anticiparse, viajar por el espacio-tiempo con sus angustias y esperanzas.

Sin embargo en el río el cerebro se ocupa de otra cosa, de no tropezar, de mantener el precario equilibrio en el lance, de contemplar el paisaje, de medir la fuerza y la coordinación para que el señuelo o la mosca vaya donde deseamos, de pensar como una trucha, de sentir como un poeta. Ya no somos el oficio que nos ata al mundo ni ningún otro disfraz, somos sólo un pescador en un río cristalino y bronco dentro de la soledad tranquila del día.

Dice mi hijo el pescador: cuando pesco no pienso en nada.

No sé si se detiene el tiempo. Es posible que en el río hayamos descubierto un pliegue del tiempo en el que nos sentimos a salvo de ese otro tiempo lineal, rutinario y agobiante que nos empuja a la prisa, los logros, la productividad y todo eso que dicen importante.

Yo cuando pesco si pienso. Pienso como un pescador.

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