martes

GENÉTICA



Cuatro generaciones de pescadores en la familia. Mi abuelo tenía una hermosa mata de bambú en su finca Santa Lucia, junto a los mandarinos, y nos cortaba unas cañas de cuatro metros que dejaba secar en el desván hasta que estaban listas. Recuerdo la sonrisa de mi padre cuando trajo a casa aquel Bass gigante y yo tenía seis años. Mi tío Angel organizaba las salidas de pesca de nuestra adolescencia. He cogido con él tantas truchas que ahora, en la memoria, me parecen irreales esos días de abundancia. Con mi tío Fernando, mi tío Miguel y mi primo Luismi hemos pasado también muchos días felices en los ríos de la infancia. Somos cinco hermanos y los cinco pescadores. Hasta Ruth la mujer de mi hermano Victor se ha contagiado del vicio. Debe haber algún gen, alguna parte del ADN que nos tira a ser felices junto a una garganta con una caña en la mano aunque ahora sea de grafito. Mi hermano Fernando tiene el nombre del abuelo y ha plantado bambú en su jardín. Cogió el bambú de aquella finca antes de que la vendieran. Volvemos a pescar con esas mismas cañas de nuestra infancia.
Cuando mi hijo el pescador baje al río con una de esas cañas pensaré que el mundo es a veces un lugar en el que se puede ser feliz con casi nada.

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