martes

EL ÁGUILA


Mi hijo el pescador pega un salto de la cama. Son las seis de la mañana. Estaba en un sueño dulce y tranquilo y ahora le empujo a la helada y la noche. Se duerme en el coche, en el breve viaje hasta el río. Ni una pizca de luz. Somos de la tribu de los madrugadores.
Ver amanecer junto al río es ver el primer día del mundo. Bajamos en la penumbra hasta el charco “del Águila”. Yo tenía unos doce años cuando estuve aquí por primera vez. Entonces sí hacían el nido las águilas. Él no sabe aún que está viviendo un día inolvidable. Él no sabe que dentro de treinta años recordará esa mañana fría y transparente. Tal vez entonces hayan vuelto las águilas.

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