jueves

FUTURO



El hijo pescador tal vez sueña con ríos de aguas rápidas y truchas enormes. Le miro caminar con su pelo largo al viento y su mirada tan limpia y se estremece mi corazón. El otro día les dijo la profesora que escribieran que querían ser de mayores. Mi hijo pescador lo tenía claro, escribió: “ser feliz, vivir la vida loca”. A mi me pareció un buen propósito, tal vez demasiado ambicioso. Pero un chaval de once años tiene derecho a ser ambicioso. A ella no le pareció tan bien. Esperaba que pusiera “ingeniero”, “médico”, “abogado” o cualquier otra estupidez.
El hijo pescador me enseña a vivir y me enseña a pescar. Nunca se cansa aunque no le pique ninguna, siempre vuelve a lanzar, nunca se queja aunque esté agotado.
Dice que tiene que perfeccionar el lance “de pecho” que es el lance ideal cuando estás rodeado de árboles y zarzas. Cuando cruzamos el torrente le agarro fuerte la mano para que no caiga y se moje. Pero es el quien me agarra bien para que no me moje y me caiga en la vida.

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