martes

ELLA



Me pregunta mi hjo el pescador por esta foto. Hace muchos años. El lugar era uno de esos charcos grandes y hermosos con una tabla estrecha y honda en la cabecera, una corriente rápida después, una amplia poza oscura de orilla pronunciada con un inmenso cancho en frente y varios árboles con las raíces en el agua. Después la poza se va ensanchando hasta quedar convertida en una gran tabla, todavía profunda, de treinta metros o más de ancha.

Para pescar ese charco hay que cruzar un brazo de la garganta porque justo ahí se divide en dos para luego debajo de la tabla volver a unirse. Pero hoy el río esta bravo y bronco y no se puede cruzar por ninguna parte. Además justo en ese lugar se forma un embudo y toda el agua del charco se concentra en un único torrente blanco que ruge. Pero no me resisto, es un pecado no intentar siquiera un lance larguísimo y parabólico para intentar llegar al menos con el señuelo hasta la tabla ancha. Lanzo con todas mis fuerzas sus buenos treinta y muchos metros de sedal del cero diez. Apenas he recogido un par de metros cuando todo se para, alzo la caña y veo un segundo una gran silueta plateada. Al instante siguiente, cuando tenso un poco el sedal aquello sale disparado hacia arriba y luego a toda velocidad hacia abajo mientras el seguro suelta hilo sin parar y yo intento controlar sin poder a un pez enorme que se descuelga corriente abajo por toda la torrentera blanca sacando metros y metros de sedal. Corro orilla abajo pegando saltos por pizarras y zarzas, me caigo un par de veces, tenso un poco el seguro, solo un poco, porque se que el hilo de tres kilos de resistencia no da muchas alegrías si se roza con una arista de pizarra. Por fin consigo aorillarla aunque se sigue revolviendo, intentando volver a lo profundo. Es bonita, con pintas rojas bien grandes. No había muchos peces como estos en Jaranda. Nos reunimos los hermanos a descansar un rato y tomar el bocadillo, ¿qué tal?, preguntan, "nada, una de la marca" y me descuelgo la mochila para sacar el truchita de sesenta centímetros de largo. Un par de kilos, calculo a ojo, casi tres kilos pesará después. Mi hijo el pescador mira y remira la foto. Sé que pronto cogerá él una igual y esta vez la trucha volverá al agua.

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