jueves

A MIL


Fue una pelea emocionante en una tabla honda y rápida. Lancé a la otra orilla, en una zona de sombra, debajo de las ramas secas de un árbol caído y en cuanto tocó el agua el señuelo sentí el tirón. Aquí las truchas saben utilizar la profundidad y la corriente del agua de una forma ¿inteligente?. Aunque sean pequeñas, siempre pelean como si pesasen dos veces más. Esta no era pequeña. Mi hijo el pescador contemplaba la lucha. Desde el recodo del molino de “Las Siete Piedras” hasta el charco “del Águila” esta es de las zonas más bellas de la garganta. Pescaba con un pequeño cangrejito de plástico o con una pequeñísima cucharilla ondulante de dos centímetros que uso tanto con la caña de mosca como con un equipo de lance muy ligero. En cuanto sientes la picada sabes que es una buena trucha, que será una pelea difícil, que el agua es su aliada y no la tuya. El corazón a mil. ¿Quién dijo que pescar fuera una actividad tranquila y reposada? Los amigos o amigas que me han acompañado alguna vez no suelen volver. Menuda paliza chico, no pensaba que pescar fuera tan cansado.
Para mi cansarme aquí es un lujo y un placer. Acabo agotado. Mi hijo el pescador pregunta ¿porqué no me picó a mi si yo había lanzado allí?. Tendremos que hacer a la trucha una entrevista. Yo no lo sé.

1 comentario:

  1. Me he dejado mis minutos para tus truchas...he entrado antes que en el gastropitecus, bueno...la verdad había visto en el reader que no habias publicado.
    Tus cosas es que me las voy dosificando, no son para disfrutarlas de cualquier manera!

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